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Analistas 24/08/2019

La historia de mi generación

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Excluido de la celebración del Tour, con ocasión del bicentenario, nuestro Presidente dijo: “sumaremos más logros en la majestuosa historia de Colombia”. Su costumbre de inflar cifras y adjetivos es deporte nacional; de hecho, varios medios titularon, “Gracias a Egan nada volverá a ser como antes”.

Así se escribió la historia de ‘Mi Generación’. Recuerdo aquella canción de Poligamia, pues antes se tomaron el Palacio -ahora sabotearon los Acuerdos-, redactaban una «gran» constitución -el Congreso sigue agrandándola con «articulitos»-, y se escuchaba a Lucho coronarse campeón. “Bienvenidos al Futuro”, pasaron 29 años para repetir esa hazaña, y 25 entre los podios Tour de Fabio Parra y Naironman. Deporte inhumano, los sacrificios de Sísifo, su salario y premios, son absurdos comparando el ejercicio de los Honorables Parlamentarios.

Millonaria y privatizada, la Federación de Fútbol adecua lujosas instalaciones para la Selección Masculina de Mayores, aunque abandona las pobres ligas locales. No sorprende que hayan transcurrido 28 años hasta clasificar al mundial de 1990, y, pasado el efecto de los semilleros cultivados por el narcotráfico -que nos permitieron empatar con una potencia y convertirnos en favoritos el siguiente campeonato- nuestra incompetencia nuevamente se dilatara.

El club que pertenece a uno de los grupos económicos más poderosos, repitió final continental tras 21 años, mientras que en 2018, dos años después de su fundación, el equipo Femenino de Huila conquistó ese torneo, pese a la ‘brecha económica’ entre organizaciones (El Universal, 13/03/2017), cuyo «patrón» replica la inequidad social.

A propósito, la mejor futbolista de nuestra historia, Yoreli Rincón, denunció que les usurparon ese premio, y la vetaron del seleccionado (Semana, 23/7/2019) que obtuvo un histórico Oro Panamericano. Acto seguido, Faryd Mondragón, quien parece aspirante a Ministro del Deporte «tapando» para el gobierno, felicitó a la Vicepresidenta de Colombia diciendo que “esa medalla de las niñas es suya”.

Martha Lucia Ramírez carece de mérito, y no tuvo la dignidad de corregir a aquel comentarista, como lo hizo en el Icetex indicando que es “madrina de nadie” (El Tiempo, 13/8/2019); tampoco le enseñó que no son «niñas», típico lenguaje usado para discriminar, y se limitó a “chupar rueda”, diciendo que seguirá luchando por “la causa de las mujeres”.

El último autogol del gobierno, otro “error involuntario” de su inmadurez, ha sido nombrar el “Premio Nacional al Talento Joven”, como la Primera Dama (El Espectador, 18/8/2019). Pobre meritocracia.

Isabel Urrutia logró el Primer Oro Olímpico de la delegación colombiana, y pasaron 14 años para que Caterine Ibargüen ganara el título más importante de nuestro deporte, en una disciplina del atletismo: la esencia de los Juegos. Ingenuamente, ese día también pensé: “nada volverá a ser igual”. Tal como meses después, cuando firmaron los Acuerdos de Paz en Cartagena, o hace un año, mientras el Presidente Duque dijo que honraría la histórica Consulta Anticorrupción (y sus Proyectos de Ley).

Es la historia de mi generación. Presiento que este cuento no acabó.

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