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Analistas 21/04/2022

La carta de Naciones Unidas

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico

El hombre por fuera del Estado es un bruto o un dios, enseña Aristóteles en “Política”. La natural sociabilidad humana, invita a construir instrumentos que lo saquen del estado de naturaleza, situación en la que la libertad natural, ejercida sin control por cada hombre, los mantiene en permanente peligro de guerras. Estos instrumentos son el Estado y el derecho. La sociedad moderna ha creado el Estado de Derecho y la Federación de Estados como Naciones Unidas. Estos instrumentos deben conservar la especie humana y asegurar la paz como valor supremo.

Aristóteles, en la obra citada insiste: “La naturaleza arrastra, pues, instintivamente a todos los hombres a la asociación política. El primero que lo instituyó hizo un inmenso servicio, porque el hombre, que cuando ha alcanzado toda la perfección posible es el primero de los animales, es el último cuando vive sin justicia y sin leyes”. En consecuencia, la existencia del estado, la justicia y las leyes, son una necesidad para conservar la especie humana, siempre amenazada por las guerras que como las pestes nunca se van, permanecen ocultas, lo dice Albert Camus en “La peste”.

El largo camino que el hombre ha recorrido, enseña que, si bien el Estado, la justicia y las leyes son instrumentos para controlar las guerras y evitarlas, no se puede circunscribir a su propia nación. Hay que establecer un instrumento de la razón humana que mediante un derecho internacional, unas instituciones políticas y convenios suscritos de buena fe por los Estados nacionales bajo la regla de oro del derecho, como el pacta sunt servanda, sirva de marco de referencia obligatorio para la convivencia humana.

Este instrumento de convivencia, garantía de los derechos humanos y la paz, es Naciones Unidas, una federación de Estados nacionales que, en forma libre y voluntaria, convienen limitar parte de su soberanía nacional. Se garantiza en sus estatutos una organización supraestatal funciona como un poder democrático.
El espíritu que impulsa a Naciones Unidas es la paz, la vigencia de los derechos humanos y la prohibición de la guerra, con lo que desaparece la idea de la guerra justa. La guerra está prohibida por el derecho internacional. Las Naciones Unidas institucionaliza un derecho internacional obligatorio para Estados y sus autoridades y las personas, derecho vinculante, pero con serias limitaciones en su eficacia, talón de Aquiles. Pero independiente de su debilidad, es un derecho internacional al que hay que dotarle eficacia.

Permanecen las guerras, en todo el mundo se producen después del nacimiento de Naciones Unidas. La penúltima guerra es la invasión rusa ordenada por Vladímir Putin, está a la vista de todos, no se puede negar esta realidad. Pero esta invasión está por fuera del derecho internacional, es un delito que merece castigo y los crímenes de guerra cometidos y por cometer constituyen violaciones al Derecho Internacional Humanitario y al derecho Internacional de los Derechos Humanos. ¿Cómo castigar a los responsables de las guerras? El camino es la eficacia del derecho internacional.

El sueño kantiano de alcanzar una paz perpetua creando de una federación de estados nacionales libres y soberanos integrado por repúblicas, por estados gobernados por leyes de la razón universal pública, no constitutivo de un gobierno mundial no está tan lejos, es realizable, por lo pronto las guerras están prohibidas, las únicas que el derecho internacional autoriza son las defensivas, por lo que a Ucrania, le asiste el derecho a defender su derecho a ser una república autónoma y el mundo civilizado debe pedir el retiro ruso de Ucrania.

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