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Analistas 27/05/2023

Les cuento sobre mi Tinder

¡Que levante la mano quien no quiera salir a comer, de copas o rumbear, un viernes o sábado, con una persona que le guste! Me imagino la respuesta porque es obvio, pocos quieren quedarse en casa cuando la atracción flota en el ambiente. Pero las cosas han cambiado al ritmo de un click, de aplicaciones, de redes sociales, y eso es bueno y malo.

Los tiempos y las dinámicas de conquista son distintos ahora; si recurro a mi memoria para volver al momento justo cuando me invitaron a salir por primera vez, inevitablemente se apodera de mí la sensación de que salir con alguien hace unos 10 años; era una situación que tenía mucho más misterio y curiosidad que ahora. Lo digo en el buen sentido de las palabras.

El arte de la conquista amorosa, la del ‘cortejo’, de las citas, ha cambiado quizá para nunca volver. Los tiempos de Tinder, Bumble, Whatsapp e Instagram, son otros y llegaron para quedarse y marcar el destino de las generaciones más jóvenes. Creo que las “dating apps” le han restado a esa parte mágica de conocer a una persona; esa primera etapa de una relación entre dos personas que se gustan, se atraen, quieren conocerse más.

Hasta hace pocos años lo mínimo era una llamada al celular, te iban a “hacer la visita a tu casa”, otras tácticas de conquista que hoy están llamadas al olvido. Hoy ese contacto inicial es mucho más inmediato, accesible, ligero, desechable, facilista. Sin olor, sin tanto sentimiento, sin el esfuerzo real. Todo está al alcance de un click.

Aunque las relaciones y las personas son hijas de su tiempo, las redes sociales también tienen sus ventajas a la hora de conquistar, de establecer una relación y no se pueden juzgar: sólo son plataformas que ayudan a establecer relaciones, a que personas se encuentren. Aplicaciones como Tinder, FaceBook o Instagram le han abierto a muchos la posibilidad de ser valientes y dar el paso y acercarse a quienes antes no habrían podido.

Grandes amores se han conocido a través de las aplicaciones de citas. Hay millones de relaciones estables y exitosas entre parejas de distintas religiones, países, razas, que hoy comparten sus vidas gracias a las nuevas tecnologías y eso es muy bueno para la verdadera globalización del amor, de las relaciones, de las culturas.

Existe evidencia de que en muchos casos funciona eso del amor en tiempos de Tinder. No todo el mundo es lanzado y logra sus objetivos sin aplicaciones. Para quienes son más tímidos es un plus, una ayuda real.

Siempre habrá riesgos latentes con respecto a la seguridad, pues en el mundo virtual las personas se muestran más afines al objeto del deseo, es decir, acomodan su personalidad como un camaleón para lograr la conquista. No se puede omitir que muchos delitos se ocultan tras las redes sociales y que se han convertido en un terreno muy inseguro para encontrar esos Príncipes azules. Existe el peligro real de conocer a alguien que quiere hacer daño, robar o estafar, todo bajo la sombra de internet.

Con sólo tu nombre te busca en Instagram, sólo con tener un amigo en común obtienen tu teléfono y con un ‘like’ o mensaje interno estás a su alcance. Todo es muy fácil y ciertamente se ha perdido el valor de lo real. Es bueno sembrar antes de cosechar, lo digo porque creo en las relaciones que tienen sus tiempos, que no siempre todo sea virtual, más real que imaginario y con esos componentes diarios que marcan los destinos. Hacerle sentir a la otra persona que nos importa y sentir lo mismo de vuelta. Lo que fácil viene, fácil se va. Soy un poco anticuada en ese sentido, prefiero la conquista ‘old school’.

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