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Analistas 14/01/2020

Piketty II

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Muy importantes e interesantes las reflexiones que ofrece Thomas Piketty en su nuevo libro Capital e Ideología. Debo confesar que no he leído las 1.150 páginas que tiene este voluminoso tratado pero si se “ojea” la parte histórica y se entra en materia (aunque el autor dice que quien hace esto corre el riesgo de no entender) se puede tener una visión de los planteamientos que a mi juicio resultan no solo novedosos sino que merecen debate.

Desde luego, al igual que en su primer libro, el tema central es la desigualdad o inequidad como un fenómeno recurrente a través de la historia y los Estados, y las ideologías han tenido la importante labor de justificar tales inequidades. Desde las organizaciones feudales que justificaban un orden social con nobleza, Iglesia y siervos, pasando por el esclavismo hasta nuestros día de hipercapitalismo (como él lo llama), hay un cuerpo ideológico que se concreta en leyes y reglas sociales que justifican el hecho de que unos posean poco o nada, mientras otros concentran la riqueza.

Mediante un serio trabajo estadístico que con un grupo de académicos ha adelantado Piketty durante años y que se encuentra en www.wid.world, y cuyos principales aspectos se recoge en el Informe Sobre Desigualdad Global 2018, el autor muestra que a partir de las décadas 80 a 90 del siglo XX se ha venido sucediendo en el mundo una mayor concentración de los ingresos y la riqueza, tanto en los Estados Unidos como en Europa, China e India, y aunque no lo menciona en libro, también en Colombia, como claramente lo refleja el anexo estadístico. Uno de los indicadores que utiliza el autor es la concentración del ingreso nacional en manos del 1% más rico.

En los diferentes países se pasó de una cifras entre 5% y 15%, antes de esta fecha, a una entre 15% y 35% en este siglo. En el caso de Colombia, ese 1% concentra 20% del Ingreso Nacional. En estas cifras, no hay juicios de valor, son estadísticas que muestran tendencias y claramente esa tendencia es a mayor desigualdad.

Ahora bien la desigualdad, según el autor, está asociada a los conceptos de fronteras y propiedad. Desigualdad entre países que está claramente delimitada por las fronteras y desigualdad al interior de los países que está delimitada por la propiedad al interior de ellos. Quienes son ciudadanos en una nación rica tienen derecho a participar de esa riqueza, los demás ciudadanos del mundo están excluidos. Quienes tienen la propiedad en un país concentra el ingreso y por propiedad se entiende no solo de bienes sino del capital financiero, la tecnología y el conocimiento, entre otros.

El autor reconoce que, no obstante, la desigualdad de la humanidad ha progresado, lo cual no quiere decir que las cosas no se puedan mejorar. Mientras la población del mundo entre 1770 y 2000 ha crecido diez veces también lo ha hecho el ingreso per cápita, pero como estas cifras esconden la desigualdad, el ingreso de todos no ha mejorado igual. Ha progresado salud, educación, esperanza de vida y muchos otros aspectos. En esta misma línea quienes mas han progresado del 90% que menos ha progresado son el 20% más pobre que ha salido de la pobreza y el menos favorecido, la clase media.

Es evidente conclusión que es necesario revisar el modelo actual porque según demuestra el trabajo, mayor concentración NO se traduce en mayor crecimiento. Los mayores períodos de crecimiento son en los que ha existido mayor equidad. En Colombia es evidente que el modelo económico si bien garantiza “progreso” excluye a 50% de la población.

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