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Documento central en el reciente foro sobre amenazas y oportunidades para Colombia en la era Trump, organizado por La República, fue el que publicó la oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR por sus siglas en inglés). Con el nombre 2017 Trade Policy Agenda, y en escasas siete páginas, la actual administración sintetiza y ordena los dispersos planteamientos que ha hecho el presidente Trump respecto a aranceles, tratados de libre comercio y la Organización Mundial del Comercio, entre otros temas.
Desde su inicio, el documento establece de manera clara que “todas las acciones que tomemos respecto al comercio estarán diseñadas para promover el crecimiento y el empleo de los Estados Unidos, promover la reciprocidad con nuestros socios comerciales, fortalecer nuestra base manufacturera y nuestra habilidad de defendernos y expandir nuestras exportaciones agrícolas y de servicios”. Estos planteamientos claramente esconden la visión de que el comercio exterior es una guerra en la cual unos ganan y otros pierden; un ejercicio de suma cero. Igualmente esta visión supone creer que en este mundo globalizado existen las “industrias nacionales”, cuando la realidad es que la industria se organiza de manera creciente mediante cadenas globales en lo que la OMC llama “Made in the World”. Es la suma de las eficiencias de muchos productores en el mundo lo que genera riqueza en el comercio y no cabe en la economía actual las políticas “nacionalistas” sin sacrificar eficiencia.
Este derrotero enunciado al principio se sustenta en cuatro pilares:
1. Defender la soberanía nacional por encima de la política comercial.
El mensaje es que cualquier fallo de la OMC que, a juicio del gobierno, no favorezca el bienestar y el crecimiento de los EE.UU. debe ser el desacato. Este es un golpe fatal a la OMC y a su órgano de solución de controversias. Si EE.UU. manifiesta que sería selectivo en el acatamiento de los fallos del órgano de apelaciones: ¡apague y vámonos!
2. Hacer valer y aplicar las leyes de comercio de los Estados Unidos.
Por esto se entiende avanzar de manera categórica en la aplicación de medidas de defensa comercial (salvaguardias y antidumping) cuando crea que su industria está amenazada. Esto es totalmente entendible en un mundo en que exista la OMC a la cual se pueda recurrir si se considera injusta la medida. La carencia de otra instancia puede llevar a decisiones arbitrarias.
3. Utilizar todas las acciones en procura de que otros países abran sus mercados a los bienes y servicios de los Estados Unidos.
Se trata de un mensaje claro de retaliaciones y presión por todos los medios disponibles cuando EE.UU. crea que por razones técnicas o fitosanitarias, o aún de manejo de la moneda, un mercado se le cierra. Hacer valer el peso específico de los EE.UU. sin consideraciones.
4. Negociar mejores acuerdos comerciales con mercados claves.
Entiende el documento por mejores acuerdos los de carácter bilateral desechando aquellos multilaterales. La administración Trump ya se retiró del TPP, está cuestionando el Nafta y le queda el mas importante de todos los multilaterales: la OMC. Si bien el discurso señala hacía acuerdos de tipo bilateral, lo que hace claramente se deduce del documento es que los mejores acuerdos son aquellos que les permitan a los EE.UU. generar superávit comercial y los malos déficit. Déficits en el ámbito industrial, pues en el agrícola y en el de servicios los EE.UU. son superavitarios.
En resumen, la política a la cual se enfrentará el mundo frente a EE.UU. será una de protección de la industria, autonomía en sus decisiones en un mundo global (America First) y búsqueda de comercio ventajoso. Para bien o para mal, el destinatario de esta política no es otro que la China.