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Analistas 19/02/2019

¿Emergencia ambiental?

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Las emergencias normalmente surgen por hechos que no son previsibles, pero desafortunadamente en nuestro medio existen por falta de previsión. De la noche a la mañana y con medidas de último momento Bogotá descubre que tiene un problema de contaminación de dimensiones catastróficas para la salud y decide implementar unas medidas de restricción vehicular cuya efectividad estará por verse.

Un informe ambiental de la revista Semana divulgó en agosto del año pasado los resultados de un estudio realizado por la Universidad de Huelva en el cual ya era evidente lo que de repente el alcalde Peñalosa acaba de descubrir. “Uno de los hallazgos del estudio fue que la concentración promedio anual del PM10 en Bogotá fue de 38 ug/m3 (microgramo/metro cúbico), que es casi dos veces el límite máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 20 ug/m3” señala uno de los investigadores a la publicación. El problema es ampliamente conocido y en un reciente informe ambiental del diario El Tiempo Jorge Alexander Bonilla, PhD. de la Universidad de los Andes afirmaba que “lo más difícil para mejorar la calidad del aire de Colombia parecen ser tres cosas: voluntad política, coordinación interinstitucional y aterrizar las políticas nacionales a la esfera local. Está diagnosticado que todos contaminan de alguna manera, pero no todos los hacen igual”.

Pero lo cierto que para los ciudadanos que vivimos en Bogotá no es necesario grandes estudios y conceptos de PhD ya que todos sabemos que la ciudad lleva años sumiéndose en un deterioro ambiental que se ha debido controlar. Las causas son bien conocidas y un reciente informe en televisión del periodista Mauricio Gómez las reseño de manera clara; un incremento en el número de motocicletas, altas generadoras de contaminación. Camiones y buses de modelos antiguos que utilizan diésel de mala calidad y son verdaderas chimeneas rodantes. Si bien hoy nos ofrecen una renovación de una flota de Transmilenio, está funcionará mayoritariamente con el mismo combustible contaminante y de manera paralela cada vez se ven circular más buses contaminantes graciosamente distinguidos con señalización que reza Sitp Provisional. Provisión que lleva varios años. Las zonas con mayores índices de contaminación de la ciudad son Puente Aranda, Kennedy y Bosa y tampoco se necesitan grandes estudios para saber que en estas zonas opera el grueso de la industria sin control sobre emisiones y circulan los camiones contaminantes.

Porque parecen las medidas tomadas como una manera irresponsable de abordar el problema. Un informe de la Universidad de los Andes concluyó que la contaminación de la ciudad no disminuyó en el Día sin Carro. ¿Qué puede hacer pensar que una restricción parcial pueda ser la fórmula para resolver el problema? Sin lugar a duda menos vehículos circulando en el largo plazo tendría un efecto positivo sobre la contaminación, pero si no se resuelven los problemas de fondo llegará un momento en que la solución será que no circulen carros en Bogotá. Cómo controlar la calidad del diésel, cómo regular el uso de las motos, cómo modernizar la flota de transporte público (Stip Provisional), cómo sacar de circulación camiones viejos, cómo tener un control efectivo sobre las emisiones de la industria en la ciudad, cómo agilizar la movilidad de los automóviles, todas deberían ser parte de una agenda para mitigar un problema que en términos económicos tiene un alto impacto en la ciudad y su población.

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