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El hecho de existir la pandemia durante tan largo período de tiempo ha servido para que se demuestre, una vez más, que el marketing es muy efectivo en épocas consideradas de parálisis o muy complicadas, siendo un error grave pensar que se debe hacer solo cuando la competencia es muy fuerte o se reducen los mercados. Pensar así es de las falencias más notorias entre la gente de mercadeo. Siempre, sin parar, hay que formar los mercados y mantenerlos. Tenerlo en cuenta solamente cuando las cosas se complican, o cuando hay dificultades, es uno de los errores más comunes que en muy buena parte puede ser debido a factores culturales, los cuales hacen que nuestras conductas sean más correctivas que preventivas, formativas y mantenedoras, ocasionando lo que siempre se da desde el punto de vista económico: es mucho más costoso.
El proceso de mercadeo, es decir, la logística, debe iniciarse desde el momento mismo de determinar el inicio de actividades, sea cual sea la naturaleza. Es algo que tiene principio, pero no fin haciendo que nunca se llegue a un final, como en varias ocasiones hemos dicho, y debe tener en cuenta los mercados futuros, es decir los menores, sobre todo en un mundo sobre e intercomunicado. La formación de los mercados es algo que si se comienza a trabajar desde el nacimiento de una organización, hará más sencillo el proceso de posicionamiento competitivo, tanto de la marca como de la oferta. La continuidad del proceso hace que las generaciones nacientes no presenten mayores dificultades en el desarrollo de la logística mercadológica, y que se pueda lograr mayor longevidad.
Pero hay que tener presente que en el desarrollo del proceso la constante del cambio no se detiene, como tampoco los cambios en los comportamientos del mercado, en la tecnología y en las actividades de la competencia, para hacer posible que se pueda continuar de manera exitosa en el mercado.
El marketing no es milagroso, y si se suspende o inicia tarde mayor será la dificultad para alcanzar los objetivos deseados, pues la competencia hoy es más aguerrida que nunca antes, sumando a ello la que Drucker llamó “invisible” por darse en el mundo virtual, la cual durante la pandemia se hizo más visible y ha complicado a muchos. De la misma manera, hay que recordar las 22 leyes que Trout y Ries llamaron inmutables, y que hoy más que nunca tienen una vigencia muy fuerte.
Creer que se sabe todo sobre los clientes, que la gente se mueve solo por los precios, desconocer los procesos sicológicos de las personas, no aceptar que los cambios ni actualizarse en tecnología y los sistemas de comunicaciones, reducir los presupuestos de mercadeo y dentro de éste los de comunicaciones, no aceptar que la percepción de las personas es la realidad, desconocer o menospreciar a los competidores sintiendo que se tiene lo máximo, reducir las capacitaciones y los entrenamientos, y, en fin, seguir miopes ante lo que se está dando, confundiendo el mercadeo o llevándolo a enfoques reduccionistas, ocasionará una enfermedad muy delicada.
Por eso hay que entender y aceptar que el mercadeo es un proceso de y para todas las épocas, y que debe ser orientado por personas que cumplan con el perfil que se requiere, y que mientras más se demore en adelantarse, mayor será la dificultad en la obtención de resultados.