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Bastante se ha hablado en los últimos tiempos acerca del mercadeo y su influencia en el trabajo del mundo religioso, no a ninguna religión en particular sino a todas las religiones por la manera como han desarrollado las actividades y sobre lo cual destacan lo que hizo hace algunos años nuestra religión católica, como lo han expresado los grandes tratadistas, no sólo del mercadeo como tal, sino también de la administración organizacional en todos los campos, como Philip Kotler, Jack Trout, Peter Drucker, Guy Kawasaki y muchos más.
Entendiéndose el mercadeo como lo define la Asociación Americana de Mercadeo (AMA): “es la actividad, el conjunto de instituciones y procesos para crear, comunicar, suministrar e intercambiar ofertas de valor para los clientes, consumidores, socios y la sociedad en general”, se comprenderá que el mercadeo es una función organizacional que se compone de un conjunto de actividades desarrolladas para generar en las personas comportamientos orientados a vivir mejor y elevar el nivel de vida de todos. Se trata entonces de educar a los seres humanos por medio de la atracción, primero, para despertar el interés y aceptar una oferta de comportamiento y mantenerla después, por medio del uso de las herramientas que permitan desarrollar una logística que conduzca a los comportamientos que se desean. Y en ese proceso las religiones, todas, pero más la nuestra, ha trabajado desde sus inicios; sin embargo, como está compuesta por seres humanos, ha cometido errores que podemos llamar “pecados” cuando hablamos del mercadeo que se ha implementado, y que terminada la semana santa es apropiado.
Para no pocos cuando se habla de religión, y otras actividades como la medicina, la política y más, el uso de las palabras mercadeo o marketing, clientes, publicidad, promociones y otras, genera cierto resquemor que puede entenderse por la manera como se han interpretado, mas no por su verdadero significado. La tergiversación en algunos casos y los enfoques reduccionistas en otros, han facilitado que ello ocurra, como ha sucedido con el vocablo cliente cuya etimología se refiere a “dependiente”.
Más de 38.000 publicaciones acerca del marketing religioso durante los últimos 60 años dejan claro que no se trata de una tendencia ni de algo nuevo que apenas comienza a ser considerado. Y durante tantos años, más de 2000, es apenas lógico que se presenten pecados en la ejecución de las actividades que se han desarrollado al tratar de atraer y mantener viva la fe y la práctica de la religión. Los siguientes son los que algunos han llamado pecados capitales de la religión católica, sin orden de importancia:
No estar preparada ni prepararse para una adecuada cultura de mercadeo. Falta de inducción, capacitación y entrenamiento en actividades de logística de mercadeo.
Comunicaciones muy débiles, llenas de errores y manejadas inadecuadamente. Creer que todos son iguales y no entender el grupo objetivo ni lo que es. No definir ni monitorear la competencia. Falta de mercadeo interno, generándose por lo tanto relaciones inadecuadas en todos los campos, tanto internos como externos. No identificar, ni saber cómo hacerlo, las oportunidades que se presentan. Deficiencias en la elaboración de los planes de mercadeo y su ejecución, cuando se elaboran. Procesos complicados y políticas de servicio que no son las adecuadas. Falta o mal uso de tecnología.