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Analistas 09/02/2025

¿Heterogeneidad inflacionaria?

Carlos David Alape Gamez
Economista y candidato a magíster en Economía Aplicada Universidad de los Andes

La política monetaria en Colombia enfrenta un desafío estructural: la heterogeneidad inflacionaria entre las ciudades del país. Aunque la inflación total nacional en enero de 2025, según el Dane, fue 5,22%, la diferencia entre ciudades como Bucaramanga (6,69%) y Santa Marta (1,03%) pone en evidencia las dificultades para implementar medidas homogéneas y eficaces.

Este fenómeno no es menor si se considera que sectores como la educación (10,62%) y los restaurantes y hoteles (8,06%) han sido los principales motores inflacionarios a nivel nacional, mientras que otros como información y comunicación han registrado caídas de precios de hasta -0,99%.

El Índice de Precios al Consumidor (IPC) revela una brecha significativa entre regiones. Bucaramanga (6,69%), Pereira (6,00%) y Bogotá (5,90%) presentan tasas de inflación superiores al promedio nacional, lo que contrasta con Santa Marta (1,03%), Riohacha (3,15%) y Valledupar (3,64%), donde la inflación se mantiene contenida.

Esta disparidad se refleja en sectores clave: el costo de vivienda y servicios públicos aumentó 8,27% en Bucaramanga y 7,99% en Bogotá, mientras que en Santa Marta cayó -3,12%.

Asimismo, la inflación en alimentos y bebidas no alcohólicas alcanzó 6,12% en Neiva y 5,80% en Bucaramanga, mientras que en Riohacha apenas fue de 0,87%.

En el contexto internacional, la volatilidad de los precios del petróleo, con el Brent oscilando en torno a los US$85 por barril, ha incrementado los costos de producción y transporte.

Además, la crisis en el Mar Rojo ha elevado los costos logísticos y de importación, lo que impacta en los bienes transables dentro del IPC. Internamente, el déficit fiscal se mantiene cercano a 5% del PIB, limitando la capacidad del gobierno para aplicar medidas de alivio, mientras que el desempleo persiste en 10%, restringiendo la demanda interna y exacerbando la heterogeneidad en los niveles de inflación.

El Banco de la República (Banrep) ha respondido con una política monetaria responsable, manteniendo la tasa de repo de intervención en 9,5% con el objetivo de enfriar la demanda y contener las expectativas de inflación. Sin embargo, los efectos de esta estrategia no han sido uniformes.

En ciudades como Barranquilla (3,71%) y Neiva (3,72%), la inflación se ha moderado, mientras que en Bucaramanga y Armenia (5,47%) sigue elevada, lo que sugiere que la transmisión de la política monetaria no es homogénea y por más de dos años no ha conseguido lo expuesto en el esquema de inflación objetivo. La pregunta es si el Banrep debe adoptar un enfoque más diferenciado que tome en cuenta las dinámicas regionales.

La coordinación con la política fiscal podría jugar un papel crucial en aliviar la presión en sectores particularmente afectados, como vivienda y energía, sin que esto implique comprometer la estabilidad macroeconómica.

El control de la inflación no puede depender exclusivamente de la política monetaria. La heterogeneidad entre ciudades demuestra que una estrategia uniforme tiene limitaciones y que, sin una mayor coordinación con la política fiscal y medidas adaptadas a las dinámicas regionales, la estabilización seguirá siendo incompleta y desigual.

Mientras algunas regiones enfrentan un costo de vida en ascenso, otras experimentan condiciones más favorables, lo que dificulta la formulación de respuestas efectivas a nivel nacional. La nueva junta directiva del Banrep tiene el reto de adaptar su estrategia sin perder de vista su objetivo de estabilidad de precios, en un entorno donde las presiones inflacionarias aún persisten tanto a nivel interno como externo.

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