.
Analistas 20/01/2018

El grave predicamento de 2018

Amylkar D. Acosta M.
Docente de la Universidad Externado de Colombia

Hay que empezar por una revisión y cambio del modelo económico basado en la actividad extractiva

Finalizando 2016 el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas vaticinó que 2017 sería “mejor para la economía colombiana en comparación con 2016” y a la postre resultó peor, porque no solo no creció más que el año anterior sino que la desaceleración se aceleró hasta cerrar este año con uno de los peores guarismos de crecimiento del PIB en lo que va corrido del siglo XXI. Conocidos los resultados del tercer trimestre de 2017 reportado por el Dane, el Ministro Cárdenas, asumiendo que la economía tocó fondo, pronostica que “lo peor ya pasó…trimestre tras trimestre los datos de la economía seguirán siendo mejores que los meses anteriores”. Él insiste en que “ya pasamos el proceso más difícil y la economía está en recuperación”, no obstante, en el Plan Financiero de 2018 se redujo la meta de crecimiento para 2018 de 3% inicial a 2,7%. Parece como si el país hubiera caído en la “trampa del bajo crecimiento”.

De cara a 2018 la mayor preocupación sigue siendo el mediocre desempeño de la producción industrial, la cual ha venido creciendo en los últimos cuatro años por debajo de 50% del ritmo de crecimiento del resto de la economía. Por primera vez la industria acusa un decrecimiento durante tres años seguidos y su participación en el PIB cayó a 10,9%. En declaraciones recientes el Presidente de la Andi Bruce Mac Master no dudó en calificar 2017 como “el año de la recesión industrial”. De poco sirvieron los intentos del Gobierno de reanimar este sector, primero con el Plan de Impulso de la Productividad y el Empleo (PIPE), en sus dos versiones y después con Colombia repunta, que nunca repuntó. Para Bruce “el gran reto es construir una base sólida para el sector en 2018”, pero ello no será posible mientras se siga creyendo que la mejor política industrial es no tener política industrial.

El Gobierno aspira y espera un mayor dinamismo de la actividad económica el año entrante, dejando atrás la mala racha de la industria, apostándole a un crecimiento de esta de 1% en 2018 con base en un mayor crecimiento del comercio, de 2,2%, después del magro crecimiento en 2017 de 0,9%, un crecimiento mayor por parte de los establecimientos financieros, que supere 3% y aceptando que el sector agrícola seguirá creciendo pero a un ritmo inferior a de 2017, pasando del 5,1% a 1,3% en 2018. El Gobierno espera que el consumo, que lleva un largo rato de capa caída, con un débil crecimiento de 2,1% en 2017, reaccione y llegue siquiera a 2,7% en 2018.

Ello solo será posible si se da un vigoroso repunte del consumo de los hogares, puesto que el gasto público se verá frenado durante el primer semestre del año entrante tanto por el apretón fiscal ya anunciado por el Ministro Cárdenas como por la Ley de garantías. Para ello será menester que el Banco de la República mantenga su política monetaria contracíclica mediante la baja de la tasa de interés de intervención, la cual redujo 2,75 puntos porcentuales hasta el nivel actual de 4,75%, aunque su margen de maniobra se achica. En su reunión de noviembre la Junta observó “una actividad económica más débil de lo esperado y el riesgo de una desaceleración más allá de la compatible con el deterioro en la dinámica del ingreso originado por la caída en los precios del petróleo”.

La apuesta mayor, indudablemente, está en el empuje que pueden darle al crecimiento de la economía la demanda interna y las exportaciones, ahora que se espera un mejor año para la economía global. Ojalá que este próximo año las concesiones de cuarta generación (4G) recobren el impulso que traían y que se vio estropeado por los escándalos de corrupción que han rodeado su contratación de parte de ellas con la firma brasilera Odebrecht, porque ello podría contribuir a un mejor desempeño del crecimiento del PIB. Y, desde luego mantener el esfuerzo que viene haciéndose para seguir impulsando el turismo, convertido en el mayor generador de empleo y en el segundo generador de divisas después del petróleo, por encima del carbón, el banano y las flores.

El próximo Gobierno deberá poner todo su empeño en que la economía retome la senda del crecimiento sostenido y a un mayor ritmo, al tiempo que mejore su potencial de crecimiento que se ha visto seriamente disminuido. Anif ha estimado que el postconflicto podría acelerar el potencial de crecimiento económico en cerca de 0,5% - 1%/año, “pero sólo a la vuelta de cinco años, dado el lastre del sector minero-energético”. Por lo pronto, el esfuerzo para lograr remontar y escalar la empinada pendiente hay que empezar por una revisión y cambio del modelo económico basado en la actividad extractiva, tendiente a diversificar el aparato productivo, diversificar las exportaciones, ya que entre petróleo, carbón, café y ferroníquel representaron casi 60% y el destino de las mismas.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA