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ANALISTAS 21/08/2025

Círculo vicioso

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria
La República Más

En los últimos escritos vimos que la situación fiscal actual ha sido el resultado de dos elementos. Por un lado, un incremento permanente de más de 4 puntos del PIB en el gasto desde 2019 y, por el otro, el no acompañamiento con mayores ingresos pese a las reformas tributarias que se hicieron en el último lustro. La indeseada consecuencia fue el uso de la cláusula de escape de la regla fiscal, pues era evidente que iba a ser poco probable cumplirla.

Los mayores gastos sin acompañamiento de más ingresos han resultado en un déficit que llega a los umbrales de 7% del PIB recientemente, algo similar a lo que ocurrió en el año de pandemia. En esa medida, el Estado ha tenido que elevar su endeudamiento para solventar sus compromisos. Por ejemplo, la deuda del sector público no financiero se elevó 21 puntos en una década, pasando de 47% del PIB en 2014 a 68% en 2024, donde la del Gobierno Central tuvo un incremento similar, de 38% del PIB a 57%.

Esos incrementos del stock de deuda pública han traído consigo un círculo vicioso. En efecto, el creciente nivel de endeudamiento ha generado un mayor pago de intereses. Dicho pago representaba $1 de cada $5 del recaudo tributario en 2019 y luego subió hasta $1 de cada $3 en 2024. Si a eso le sumamos la pérdida del grado de inversión (en 2021) y la mayor incertidumbre fiscal del país, que eleva la tasa de interés de los TES, completamos el circulo vicioso que implica un mayor servicio de la deuda alimentando un déficit público creciente.

En ese contexto, la dirección de Crédito Público ha diseñado una operación para aliviar un poco esta situación y reducir las presiones de caja del Gobierno. No obstante, debe quedar claro que dicha operación, si bien puede reducir el perfil de la deuda en cerca de 100 puntos básicos (algo que es positivo), es netamente financiera y no fiscal, lo que no resuelve los niveles de incertidumbre que hoy tienen los inversionistas sobre el país.

Ante ello, si queremos avanzar en la construcción de un círculo virtuoso, que nos devuelva por la senda de la sostenibilidad fiscal, debemos trabajar en al menos dos frentes como país.

En primer lugar, la promoción del crecimiento económico es clave porque ayuda en la sostenibilidad de la deuda al generar mayores ingresos tributarios. Esta debe venir de políticas que destraben cuellos de botella, reduzcan la incertidumbre sectorial y fomenten la actividad privada formal. Claramente, la economía la debe mover el sector privado del país quien terminaría elevando, en consecuencia, su pago de impuestos.

Y, en segundo lugar, son necesarias medidas de austeridad fiscal. El mercado está esperando anuncios que permitan reducir los niveles de incertidumbre, alivien el costo de nuestra deuda (reduciendo las primas de riesgo), e inicien una reducción virtuosa en los niveles de gasto. Además, es imperativo dar señales de ajuste para el futuro, menos gastos en lugar de más, para ser bien explícitos.

El problema fiscal del país es el desafío más grueso de los siguientes años. En vez de seguir polarizándonos, es fundamental decidir qué tamaño de Estado queremos tener y definir si lo podemos financiar. Reducir los niveles de deuda solo será consecuencia de políticas que tengan un objetivo de crecimiento de mediano plazo y de ajuste fiscal en el corto plazo. Actuar en el sentido correcto será algo que nos agradecerán las futuras generaciones.

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