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Analistas 28/09/2013

¿Y qué diablos le pasa al Incoder?

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Securities
La República Más
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Ya me ha tocado ver un par de veces al empresario boliviano-brasilero-colombiano Germán Efromovich en el counter de Avianca ayudando a chequear pasajeros, para agilizar el proceso y mejorar la experiencia de los clientes. A este personaje se le ve muy comprometido con asegurarse que la gente que vuela en su aerolínea, tenga una buena experiencia. No es de extrañar, pues al fin y al cabo él es el dueño, y entre mejor sea la experiencia de la gente, más gana él. También se nota el interés de este hombre de negocios de hacer las cosas bien, cuando uno va a quedarse en los hoteles Movich alrededor de Colombia. Mis experiencias quedándome en el Movich Cartagena, por ejemplo, siempre han sido espectaculares. 
 
Germán Efromovich invirtió en Colombia cuando nadie en el mundo invertía en Colombia. Compró una aerolínea que estaba a punto de quebrarse, se asoció con hombres de negocios venezolanos para comenzar Pacific Rubiales, y hoy en día está creciendo su cadena hotelera. Me entero también, a través de Blu Radio y de El Tiempo, que el señor Efromovich está invirtiendo en fincas de palma africana en el Cesar. Germán Efromovich debe ser uno de los mayores empleadores privados de Colombia.  
 
Me entero también, que el Incoder acaba de quitarle a Efromovich y a otros capitalistas de Nueva York, con los que él estaba asociado, 1.200 hectáreas sembradas de palma que hacen parte de un proyecto que se extiende por más o menos 10.000 hectáreas. Según el gerente del proyecto palmífero, la inversión que se ha hecho en allí  supera los US$100 millones y está creando cerca de 1.100 empleos directos. Pero el Incoder decidió quitarle a Efromovich y compañía 1.200 hectáreas, pues supuestamente eran un baldío, y según la entidad, las hectáreas compradas eran propiedad del exembajador Marulanda, quien según el Incoder se alió con paramilitares para robarle tierras a los campesinos. 
 
Según leo, ante la impresionante decisión del estado colombiano, Efromovich y sus colegas inversores demandaron penalmente con la ayuda del afamado abogado Jaime Granados a la exdirectora del Incoder por abuso de poder y por otras varias violaciones a la ley. Según leo también, la compra de los predios por parte de estos inversionistas se hizo después de llevar a cabo un “due diligence” exhaustivo sobre la legalidad de las escrituras en cuestión (que datan de 1.900 y demuestran que los terrenos nunca fueron baldíos). Pero no. La entidad ha decidido expropiar, sin pago justo, a estos inversionistas, pues supuestamente la tierra que compraron no era del particular sino del estado.  
 
Quizás algunos lectores no hayan caído en cuenta de la bestialidad de mensaje que se está enviando de la mano de esta decisión del estado Colombiano. Déjeme ponérselo en campesino, para que las ideas queden bien explicaditas: bajo este precedente, si usted compra un predio legalmente, con la ayuda de unos inversionistas de Nueva York, le mete US$100 millones para arreglar la tierra y sembrar las palmas, contrata 1.100 campesinos para trabajar en el proyecto, usted puede esperar que el Incoder venga de la mano de fuerzas oscuras que quieren despojar a los industriales del campo, a expropiar su predio. ¿La razón? Que supuestamente la tierra era un baldío, a pesar de que usted tiene escrituras, producidas por el mismo estado colombiano, que datan de 1.900. 
 
El señor Iván Cepeda y sus amiguitos dirán que la acción del Incoder es muy patriótica, pues defiende a los campesinos del abuso de ricachones como Efromovich y compañía. Que no le quede duda al lector. Acá hay unas fuerzas tremendamente poderosas que quieren que Colombia se vuelva como Venezuela. Me dirán algunos, “Alberto, no sea necio, no exagere ni meta miedo, ¡no sea irresponsable!” A estas personas les respondo: “con la mano al pecho, después de ver este precedente, ¿le mete o no le mete usted millones de dólares a un proyecto de agroindustria? Conteste honestamente.” Todos sabemos cuál es la respuesta a esa pregunta, de cualquier persona sensata.

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