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Analistas 05/07/2022

Petro Presidente

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Securities

Hace un par de semanas escribí una columna en la que argumentaba que era muy probable que el sentimiento de #CualquieraMenosPetro ganara las elecciones del pasado 19 de junio. Lo argumentaba porque la primera vuelta había evidenciado que mal contado unos 11,5 millones de colombianos NO querían que Petro fuera su presidente. La matemática funcionó bien en cuanto al #CualquieraMenosPetro (los votos si llegaron a Hernández).

Lo que definitivamente NO funcionó fue el hecho que la clase política se vio amenazada por el discurso “anti-establecimiento” del ingeniero, y por lo tanto los duros de la política seguramente se decidieron a jugársela por Petro, porque dedujeron que bajo Petro les iba a ir menos mal. De ahí muy seguramente vienen los 2 millones de votos adicionales que aparecieron en la segunda vuelta, eventualidad que nadie tenía en las cuentas.

Petro ganó la elección por un margen relativamente amplio, y Petro es el presidente legítimo de los colombianos hasta 2026. Es el Presidente legítimo, pero también uno que llega a la Casa de Nariño muy hipotecado. Y creo que ese es un hecho positivo para el país, porque implica que el mandato del presidente Petro no llega con el mismo mandato con el que llegó, por ejemplo, el presidente Boric en Chile. La mitad de Colombia le dijo a Petro que no quería saltar al vacío, y esa división debería implicar que el programa del presidente electo debería moderarse.

La mitad de Colombia votó en contra de la implementación de una serie de políticas económicas y sociales que son imposibles de lograr. Por ejemplo, es imposible cumplir con la regla fiscal si el estado se convierte en el empleador última instancia, una idea fantasmagórica que le costaría al erario $60 billones anuales. Como dije en mi columna anterior, me parece extremadamente antiético aprovecharse de la ignorancia de un pueblo que no sabe que el recaudo tributario del gobierno central durante el 2021 llegó a solo $173 billones o que el déficit nominal alcanzó unos $80 billones. Simplemente no hay plata para financiar ese programa, y no estuvo bien mentirle al pueblo. Sería ponderable dejar de mentirle a la gente ya que pasaron las elecciones.

La mitad de los colombianos votamos en contra de que los flujos de los ahorros pensionales ahora se desvíen a Colpensiones. Forzar que 95% de los flujos de ahorros pensionales se vayan al fondo público implicará la destrucción de los fondos privados, del mercado de capitales de Colombia, e implica que se le pone un impuesto de 100% a los ahorros de la clase media. Lo peor aún es que ya sabemos en que terminaría este ejercicio en política económica si se llega a implementar: en la debacle inflacionaria y pensional que vive Argentina.

Tampoco es cierto que si Colombia deja de firmar contratos de exploración petrolera nuevos vamos a “salvar al mundo”. El único resultado de destrozar la industria de hidrocarburos en Colombia es el empobrecimiento incremental de la población. Por ejemplo, entre regalías e impuestos, históricamente la industria petrolera ha financiado, en promedio, 20% del recaudo del gobierno central, y el petróleo y sus derivados explican más o menos 35% de las exportaciones de Colombia. Si comienza a caer la producción, el déficit fiscal se incrementará y las exportaciones bajarán. Eso solo implica una cosa: mayor depreciación del peso colombiano, mayor inflación, menos empleo y mucha más pobreza.

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