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Analistas 08/07/2013

Estabilidad fiscal, así no nos guste

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Securities
La República Más
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Confieso que cuando conversaba sobre la reforma constitucional que garantizaba la sostenibilidad fiscal a largo plazo con los exministros Zuluaga y Echeverry, consideraba que era una reforma bastante abstracta, quizás hasta superflua. Sin embargo, hoy me convenzo que esta reforma constitucional es una de las más responsables que el Congreso de Colombia ha aprobado en su historia. La prueba reina de lo que afirmo llegó hace unas semanas, con todos los sucesos que se vieron alrededor de la aprobación de la reforma a la salud. 

 
Al ministro Cárdenas y al ministro Gaviria les llovieron críticas virulentas de parte de la izquierda colombiana, y de muchísimos opinadores, por haber logrado que el Congreso de Colombia hubiera aprobado una reforma a la salud que garantizaba la salud sin límites de los colombianos, pero bajo la base de que el presupuesto nacional lo permitiera. En lenguaje campesino esto significa lo siguiente: sí a la salud sin límites para los colombianos, pero mientras haya plata. El concepto es extremadamente sencillo, o al menos debería serlo. Como sabemos todos, hasta el más demagogo, una familia común y corriente no puede gastar sin límites. La familia del común va a cine o come por fuera si hay recursos. Si no hay recursos, pues ni modo. Me pregunto, ¿por qué diablos es que la gente piensa que los gobiernos deberían actuar de forma diferente? ¿Es que acaso los billetes de $50.000 crecen en los árboles? ¿Qué pasa si se sube por encima de lo presupuestado el gasto en salud, dejamos de pagarles los salarios a los profesores y a los soldados? ¿O le ponemos un IVA de 18% a la leche y al pan? ¿Expropiamos a los bancos y a las petroleras? ¿Qué proponen los críticos?  
 
Muchos decían, “es que el problema de la salud no es la salud en sí, sino que las EPS ganan mucho dinero”. Tremendo argumento tan falaz. Las EPS ganan  0,08% de lo que se gasta la economía de Colombia en salud, que para 2010 fue 6,1% del PIB (más o menos unos $35 billones). Así desaparecieran todas las EPS no habría plata suficiente para pagar la salud de los colombianos bajo un sistema que no tenga límites. Entendámoslo de una vez por todas: Colombia es un país pobre que no puede pretender tener un sistema de salud que costee, sin límites, todos los procedimientos. 
 
Valga decir que esta discusión no es solo colombiana. La discusión de la salud es  mundial, pues todos los países del mundo están divisando el mismo futuro que Colombia. Por donde quiera verlo el lector, el costo de servicio de salud solo tiene un norte: incrementarse exponencialmente, porque la gente está viviendo más tiempo y porque los nuevos tratamientos son muy caros, algo que no va a cambiar, entre otras razones porque el mundo desarrollado NO va a acabar con la innovación médica, vía cayendo en el canto de sirena de controlar el costo de los medicamentos. Como el norte del sector salud es tan claro, pues los gobiernos tendrán que priorizar el gasto. Y la prioridad tendrá que ser la de asegurarle la mejor salud posible a los niños, madres embarazadas y jóvenes que contribuyen a la fuerza laboral, por encima de la población mayor. 
 
Según dice la evidencia, un altísimo porcentaje del costo del tratamiento médico de un humano común y corriente se realiza durante los últimos años de su vida. Según estudios realizados en Estados Unidos, la población de más de 85 años consume 300% más de servicios médicos que la población de 65 a 74 años (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1361028/). Es clarísimo que a nadie le gusta denegar tratamientos médicos a los pacientes mayores. Pero si la decisión está entre nutrir bien a un niño y darle buena salud y educación, o prolongar la vida de un mayor por 6 meses o un año en el mejor de los casos, ¿qué decisión tomaría el lector?  

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