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Analistas 02/02/2014

A defender causas poco populares

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Securities
La República Más
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Diana Calderón, directora del programa de opinión de Caracol, Hora 20, me invitó hace un par de semanas a participar en su programa de radio. El tema era el caso Drummond, y especulo que la única razón por la cual me invitaron a participar es porque no encontraron a nadie en Colombia que estuviera dispuesto a salir a defender las actuaciones de esta multinacional. Acepté la invitación encantado, porque a diferencia de muchos de mis colegas y compatriotas, a mí si no me tiembla el pulso para defender a la inversión extranjera en el país, así la defensa de esta inversión sea tremendamente antipopular (como quedó extremadamente claro en el programa en cuestión).

La Drummond no es popular en Colombia, no porque sea una mala compañía o un mal aliado del desarrollo. Al contrario, como lo muestran todos los números, Drummond es una bendición para Colombia. El punto es que la compañía se ha convertido en el caballito de batalla de los proponentes de implementar el socialismo del siglo 21 en el país, quienes, además, han tenido la suerte de que se les hubiera presentado el papayazo de que la empresa siguió cargando carbón en barcazas sin tener por escrito el visto bueno del Gobierno para seguir haciéndolo. Espero que al menos haya quedado muy claro de mi intervención en el programa de Hora 20 que la Drummond siguió cargando barcazas después del primero de enero de 2014, porque el gobierno les dijo que lo siguieran haciendo, eso sí, mientras la compañía estuviera dispuesta a pagar la multa establecida por la ley. 

¿Y cómo diablos se yo que el gobierno si les dio permiso para seguir cargando? No tengo pruebas diferentes al análisis lógico: no existiría peor inconsciente en el mundo que el Señor Drummond si éste hubiera decidido poner entre la espada y la pared al Presidente Santos, tomando la decisión de “olímpicamente” burlarse de la ley y de él. Por más que el lector odie a Drummond, estoy completamente convencido que el lector sabe perfectamente que tengo toda la razón, y que si la compañía siguió cargando, lo hizo porque tenía permiso de hacerlo. 

El Senador Juan Lozano, a quien respeto mucho, dijo hace unas semanas algo similar a que no valía la pena darle más tiempo a la Drummond para terminar el puerto de cargue directo, uno que la compañía no pudo finalizar a tiempo por culpa del anarquismo sindicalista que torpedea el futuro de Colombia, porque “igual la Drummond no tiene ninguna intención real de dejar de cargar carbón con barcazas.” Me refiero a este comentario porque estoy convencido de que 99,9% de Colombia está totalmente de acuerdo con el Senador Lozano. El problema es que es muy difícil compaginar el hecho de que la firma ya gastó US$340 millones en construir el puerto de cargue directo, información que pareciera conocer solo 0,1% de Colombia, cuando la compañía supuestamente no “tiene intención” de cumplir la ley. Mejor dicho, según la gran mayoría del país, la carbonera decidió botar US$340 millones a la caneca.  

El punto relevante es que la Drummond estaba cargando con barcazas expost el primero de enero de 2014 porque tenía permiso del gobierno, y la empresa ya gastó US$340 millones en la obra del puerto de cargue directo, porque quiere cumplir con la ley. La firma emplea a 5.200 empleados directos, y les paga a estos, en promedio, $142 millones al año. La Drummond le deja al gobierno entre regalías e impuestos a la renta US$695 millones  por año, cantidad de dinero que alcanza para pagarle el salario anual a 86.875 empleados públicos, o alternativamente para construir 34.750 casas por año (de $40 millones por unidad) para gente pobre. 

Yo no defiendo a Drummond porque soy un “yuppie de Usaquén”, como me dicen algunos en Twitter. Defiendo a la carbonera porque si Colombia deja de tener Drummonds que estén dispuestos a invertir en el país, solo tendrá más desempleo, más desigualdad, más violencia. Yo no necesito defender a Drummond. Que Drummond deje de jugársela por Colombia no me afecta a mí. Afecta a Christian Bermúdez, otrora mensajero y hoy asistente de contaduría de la compañía, quien podría perder la posibilidad de darles salud y educación a sus hijos si esto sigue parado.

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