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ANALISTAS

Póquer sangriento y reforma tributaria

jueves, 11 de diciembre de 2014
La República Más
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El póquer sangriento es quizás la modalidad más refinada de este juego  de cartas. En ella se puede hacer derroche de inteligencia, de bluff y de malicia. Su esencia consiste en que las cartas se van destapando poco a poco, y las apuestas las van haciendo los jugadores a golpes de intuición y de audacia.

El póquer sangriento es  muy recomendado para convocar jugadores arrojados; pero ciertamente no lo es para diseñar algo tan delicado como una reforma tributaria. Desafortunadamente el trámite de la actual reforma se viene  pareciendo más  a un póquer sangriento que a una transformación  ordenada de nuestra estructura tributaria. 

Toda modificación de los impuestos debe observar un principio  básico que es exactamente el opuesto del que rige  para los póquer sangrientos: la información completa, previa  y veraz sobre la situación fiscal del país debe ilustrar todas las cartas tributarias que se pongan sobre la mesa. No es recomendable ir destapándolas por dosis homeopáticas. Veamos  sin embargo qué ha venido sucediendo.

Primero se dijo que lo que se necesitaba  financiar el faltante del presupuesto del 2015. Esa fue la primera carta que se destapó. Poco después se conoció otra que  decía que ya no se iba a financiar sólo el 2015 sino que la reforma iba hasta el 2018. La diferencia entre una y otra carta es la misma que hay entre 12,5 y 54 billones de  nuevos  impuestos.

Enseguida se destapó otra carta: que  bastaba , se dijo, con prorrogar el impuesto a las transacciones financieras y el de patrimonio. Pero, oh sorpresa: al poco tiempo se destapa otra carta. Se establece una sobre tasa al Cree y se elevan las tarifas del impuesto al patrimonio que ahora pasa a llamarse a la “riqueza”.

Mas adelante se dice que de ninguna manera se puede hacer una reforma estructural, mejor pensada y menos precipitada, pues todo el paquete 2015-2018 tiene que estar aprobado imperiosamente al 31 de diciembre del 2014. Pero, quien lo creyera: enseguida se dice que quizás sí se puede tramitar una reforma tributaria integral el año entrante pues, según lo revela una carta desconocida hasta este momento, la Oecd  nos regalará a principios del año entrante con un proyecto de reforma tributaria integral  para Colombia.

En las cartas originalmente distribuidas a los jugadores (  la exposición de motivos inicial del proyecto) se decía que con la reforma  planteada se financiarían satisfactoriamente las necesidades presupuestales que se otean en el horizonte fiscal del país entre el 2015 y el 2018. Pero luego se destapa una carta nueva e inquietante: entidades tan serias como Fedesarrollo advierten que esa proyección es una fantasía. Que aún aprobando la reforma en curso habrá faltantes en los años venideros equivalentes al 1,2% del PIB por año, es decir, cerca de 10 billones de pesos anuales cuyo financiamiento está en el aire.

La carta que se puso originalmente sobre la mesa cuando se justificó la reforma tributaria del 2012 decía que la eliminación de los parafiscales se compensaría fiscalmente con la creación del impuesto llamado “Cree”. Con lo cual la operación era neutra y aseguraba una ecuación virtuosa que favorecería el empleo. Vana esperanza. Con la reforma  que actualmente se discute aparece una nueva carta  sobre la mesa consistente en incrementar el Cree con una  importante sobre tasa que destruye la  inicial ecuación pro empleo del 2012.

Al momento de escribir esta nota se está preparando el destape de la última carta. El gobierno inicialmente puso sobre la mesa la de elevar  y prolongar el impuesto al patrimonio. Los jugadores del lado gremial pusieron el grito en el cielo y largas negociaciones se vienen llevando a cabo : ¿insistirá el gobierno en la carta patrimonial inicialmente exhibida? ¿O aparecerá una nueva carta  que prescinda del impuesto a la riqueza y lo cambie por más tributación sobre las utilidades?

Y ¿qué se le dirá a los sindicatos si esta nueva carta  se concreta, luego que tan jubilosos salieron del palacio de Nariño la semana pasada felicitándose que se estuvieran gravando por fin (tales fueron sus palabras) los altos patrimonios del país?

Y ¿ qué dirá el Congreso que hasta el momento ha jugado como un dócil convidado de piedra? Inicialmente se le urgió para que aprobara  a las volandas en primer debate ( cosa que hizo diligentemente) la propuesta  original del gobierno. Pero si surge una nueva carta fruto de las  complejas negociaciones Gobierno-Gremios: el Congreso, que es el principal jugador por disposición constitucional en todo lo que toque con los impuestos ¿que va a decir ? ¿Las va a aceptar así no mas?  Recordemos que ya jugó sus restos al aprobar en una sola tarde la reforma íntegra  que le propusieron en primera debate.

Definitivamente una cosa es jugar póquer sangriento y otra construir una reforma tributaria seria.

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