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Analistas 15/02/2017

Colombia Repunta: lo bueno, lo malo y lo sorprendente

Marc Hofstetter
Profesor de la Universidad de los Andes
La República Más
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El Gobierno lanzó el programa Colombia Repunta. Comienzo con lo bueno: el presidente y el ministro de Hacienda ilustraron cuán bien librada ha salido la economía colombiana de la estrepitosa caída en los precios del petróleo de 2014. A pesar del duro golpe que recibieron las finanzas públicas y el sector petrolero, el Gobierno supo maniobrar con agilidad y llevar la economía colombiana sin mayores daños hasta las aguas más tranquilas por las que navega hoy. En el camino, el Gobierno se permitió mayores déficits sin dejar de soportar la mayor parte del ajuste, la cuenta corriente se trepó hasta niveles alarmantes que volverán a cauces normales este año, el desempleo se mantuvo en un dígito, hubo creación de empleo que de hecho se concentró en empleos formales y la inversión resistió en los altos niveles que traíamos. 

Llegado 2017, ya no hay incertidumbre por la reforma tributaria, la implementación del proceso de paz avanza y la tasa de homicidios alcanza mínimos en décadas. En medio de tantas voces que no quieren ver el progreso, el repaso a los éxitos era una tarea necesaria, una en la que habrá que persistir ahora que las campañas políticas ofrezcan salvarnos de un fracaso imaginario.

Sigo con lo malo: luego de enfatizar que llegamos a aguas tranquilas sin mayores daños, el Gobierno afirmó que Colombia Repunta crearía más de 700.000 empleos y haría crecer 1,3% adicional a la economía. Sin embargo, yo solo vi dos anuncios nuevos. El primero, una reducción arancelaria en 3.500 partidas de bienes de capital e insumos. El segundo, que una porción del desahorro de regalías para las regiones va a ser invertido en vías terciarias (no es que haya nuevos recursos de regalías, sino que se propone redirigir una porción hacia vías). 

El resto de los programas ya estaba en marcha y simplemente se empaquetó con la etiqueta “Colombia Repunta”: las inversiones de los proyectos de 4G que este año llegarán a más de $9 billones, las inversiones en infraestructura educativa para adecuarla a la jornada única, la reducción en los impuestos a las empresas de la reforma tributaria y los recursos para subsidiar la compra de vivienda nueva, todos habrían ocurrido con a sin la nueva etiqueta. Juntar todas esas piezas y atribuirles la mitad del crecimiento económico del año y prácticamente toda la creación de empleo nacional, crea la falsa sensación de que la economía colombiana es un títere que se mueve al son de la mano gubernamental. De hecho, si hacemos caso de este tipo de anuncios, todo el crecimiento de este año sería atribuible al Gobierno. Vamos a crecer cerca de 2,5%: el gobierno ha dicho que la paz nos hace crecer al menos un punto adicional y ahora Colombia Repunta se encargaría de otro 1,3%. 

Y lo sorprendente: mientras el presidente y el ministro lanzaban el programa, a su lado, silenciosos testigos en la tarima, aparecían el director del Hemisferio Occidental del FMI y el nuevo gerente del Banco de la República. La máxima autoridad macroeconómica del continente y máxima autoridad monetaria del país (aún en proceso de establecer su credibilidad y su independencia del Gobierno) parecían ponerle el sello a un acto político doméstico. El gerente del Emisor recibió en el camino varios comentarios presidenciales sugiriendo una reducción en las tasas de interés. La Junta del Banrep, dos de cuyos miembros deberá cambiar el presidente en estos días, miraba desde la tribuna. También en silencio.

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