En los últimos años, el sector salud en Colombia ha vivido situaciones y coyunturas que han puesto en duda el compromiso y la responsabilidad social de las organizaciones que lo conformamos.
Para el sector este puede ser el peor indicador, dado que las instituciones de salud vivimos de nuestra credibilidad y es el principal activo que debemos gestionar y capitalizar ante la sociedad que nos rodea.
Puede que la rentabilidad se impacte en ocasiones al actuar éticamente, pero es la ética la que nos hace más viables y creíbles en el entorno del cual formamos parte. Puede haber directivos que piensen en un momento dado que el actuar de una manera socialmente responsable no es rentable. Pensamos distinto.
En el caso del Instituto Roosevelt tenemos el objetivo de destacarnos como entidad socialmente responsable y hay algunos elementos clave que quisiera resaltar de nuestro modelo de gestión. Hay un primer elemento determinante para nuestra organización en este sentido que es el gobierno corporativo. Los hospitales y clínicas tienen campo de mejoramiento en la transformación de sus gobiernos corporativos pues todavía hay muchos que actúan de forma familiar e incluso informal en su toma de decisiones.
Las juntas directivas diversas y con experiencia, promueven gobiernos transparentes y ejemplarizantes, que permiten actuar bajo el modelo de una gerencia por valores y promueven una gestión que logra hacer un mejor uso de los recursos para que la población tenga un beneficio mayor.
El segundo elemento crucial es el compromiso con la calidad en el servicio y la formación que ofrecemos. Consideramos que no hay responsabilidad social sin brindar un servicio de calidad superior. Esto es aún más relevante para los que somos hospitales universitarios y formamos médicos, lo cual nos obliga a ser aún más estrictos pues es también nuestro compromiso con la sociedad educar cada vez mejores profesionales.
El tercer elemento clave en el impacto social de un hospital es la gestión integral de los pacientes y sus familias. Cuando hablamos del paciente, no solo basta con que este sea informado de su situación. Es fundamental comprometerse con la formación de un paciente educado e informado alrededor de todo el concepto de salud y enfermedad. Como consecuencia, trabajamos con pacientes que saben que el médico y el hospital son facilitadores de ese proceso, mas no los únicos responsables.
De la misma manera, trabajamos de la mano con las familias de los pacientes y de los colaboradores. El núcleo familiar es el principal puente transformador y el canal de ejecución más valioso que tenemos en responsabilidad social. Esta es una filosofía que promovemos en el Roosevelt y por esto realizamos más de 20 mil sesiones de educación al año con nuestros usuarios procurando un entorno de gestión de la salud en la familia cada vez más robusto.
Finalmente, consideramos que el verdadero éxito de una gestión socialmente responsable en el sector salud sería una sociedad con menos enfermos y con más personas disfrutando de un mejor estado de salud. Esto implica que en vez de necesitar más camas para nuestros pacientes, pudiéramos en el futuro prescindir de algunas; que en vez de crecer los hospitales, pudiéramos disminuirlos.
Ese es el verdadero éxito y el reto en el mediano plazo: cambiar la expansión física de nuestros hospitales por una sociedad preparada para construir redes integradas que fomenten la atención en casa y generen una población más saludable que pueda vivir enfocada en su salud y no en su enfermedad. Ese es el gran reto y la gran responsabilidad de nuestro sector con la sociedad.
