Un estudio reciente de McGrawHill Construction demuestra que el notable crecimiento del mercado de la construcción sostenible no es un fenómeno aislado o atribuible a una región del mundo, condición económica o cultural.
Una encuesta aplicada en más de 60 países, incluyendo Colombia, encontró que 94% de los arquitectos, ingenieros, contratistas, consultores y propietarios tienen algún grado de vinculación con las prácticas de construcción sostenible. En este muestreo se utiliza como definición aquellos proyectos que utilizan alguno de los sistemas mundialmente reconocidos de medición o certificación de su sostenibilidad, o que han sido desarrollados bajo estos parámetros sin necesariamente certificarse.
Sobresale también de este estudio que 51% de estos profesionales esperan que más de 60% de sus proyectos sean sostenibles hacia 2015, un porcentaje superior al 13% y 28% registrados para 2009 y 2012, respectivamente. Sin embargo un tema en el que debe trabajar la industria en el mundo, y también en Colombia, es la necesidad de utilizar mediciones de desempeño de las intervenciones sostenibles, pues la encuesta en cuestión encontró que el 37% de ellos no las emplea con regularidad.
Al explorar la motivación sobre por qué la industria está atravesando esta transformación hacia la sostenibilidad se encontró que sus detonantes dependen del grado de madurez de cada mercado. Por ejemplo, los mercados más avanzados o profundos señalan que los motivos para optar por la construcción sostenible como modelo de negocio son la demanda del mercado, de sus clientes, los menores costos operativos y temas de responsabilidad social. Para los mercados menos avanzados predomina como razón que la construcción sostenible es la estrategia lógica y responsable para atender los retos ambientales y sociales que enfrentamos en nuestros tiempos. Es decir, que esta práctica es la forma correcta de hacer negocios en la industria.
Para que el mercado nacional de construcción sostenible sea más profundo y se ponga a tono con la tendencia global se requiere una vinculación de mayor inversión y del sector financiero a estas iniciativas. Pero sobre todo Colombia necesita que esta mejor práctica penetre el segmento residencial, en particular mediante campañas de educación de la demanda, oferta de créditos hipotecarios con condiciones preferenciales para financiar la adquisición de viviendas con soluciones de sostenibilidad y la promoción del desarrollo sostenible en la política de vivienda nacional.
Debemos superar rápidamente el mito que existe sobre las dificultades de aplicar principios de sostenibilidad para soluciones habitacionales destinadas a la población de menores ingresos en Colombia. La experiencia, global y local, nos está mostrando que construir sostenible no cuesta más ni requiere tecnología avanzada. Las soluciones más eficientes se lograran a menores precios si se ejecutan de forma articulada y bajo buenos principios de desarrollo urbano y utilización de prácticas sostenibles.
Por último, el crecimiento del mercado de construcción sostenible en el país dependerá de la concreción de iniciativas para formular una regulación adecuada por parte del legislativo y los gobiernos nacional y local. Esta nueva generación normativa debería contemplar que el Estado adelante toda renovación de su planta física y todos sus nuevos proyectos bajo altos estándares de sostenibilidad.
Viviendas de Interés Social sin sobrecostos
Las unidades de vivienda construidas con recursos públicos también podrían promover soluciones sostenibles sin sobrecostos. La regulación podría fomentar el diseño bioclimático, para que la arquitectura esté acorde con las condiciones y variaciones climáticas de la zona donde se localiza la vivienda. Se podría alentar la localización consciente de la dirección del sol y de los vientos, lo cual genera eficiencias medibles y verificables en el consumo de energía y mejor calidad de vida. También se podrían utilizar mecanismos de captura de aguas lluvias para su reutilización.
