La educación ambiental juega un papel determinante para parar esta desenfrenada carrera de consumo que está acabando con nuestro patrimonio natural. El pasado 26 de enero se celebró su Día Mundial con un gran portafolio de actividades y charlas sobre el medio ambiente que tenía como uno de sus objetivos más relevantes que la ciudadanía tome conciencia de los problemas ambientales y cambie sus patrones de consumo. En ese mismo propósito es necesario que cada vez sean más las entidades, empresas y personas, las que lleven a cabo acciones para la preservación de los árboles, el territorio y los recursos naturales como el aire y el agua, indispensables para nuestra supervivencia.
En Bogotá, por ejemplo, 47.646 ciudadanos han participado, en los últimos años, en expediciones ecológicas que les han posibilitado involucrarse de una manera más cercana y particular con su ecosistema, hogar de diversas especies, algunas de ellas en vía de extinción. Esta experiencia ha tenido lugar gracias al programa Hojas Verdes de la Corporación Ambiental Empresarial, Caem, filial de la Cámara de Comercio de Bogotá, que siembra y mantiene árboles nativos en homenaje a una persona fallecida o a alguien que ha marcado huella.
Este reconocido programa restauró 140 hectáreas de bosque alto andino en el Parque Ecológico La Poma de la Empresa de Energía de Bogotá, ubicado en el municipio de Soacha, con el apoyo de los capitalinos que adquirieron sus bonos. Hojas Verdes ha recuperado la biodiversidad del parque y diseñado senderos ecológicos que han sido recorridos por miles de estudiantes y maestros de colegios públicos y privados, universitarios, empresarios y ciudadanos que con la guía de un intérprete ambiental han aprendido la importancia de preservar el bosque en óptimas condiciones.
Las alianzas estratégicas también han sido claves a la hora de implementar los programas de educación medioambiental. La Alcaldía Mayor de Bogotá, por medio de la Secretaría de Educación Distrital, ha jugado un papel determinante en la tarea de difundir entre los más jóvenes saberes respecto al manejo de residuos sólidos, la resignificación del territorio, el uso eficiente de la energía, la mitigación y adaptación al cambio climático y la restauración ecológica, así como también conocimientos ancestrales representados, por ejemplo, en la pintura rupestre presente en La Poma.
Cualquier esfuerzo es relevante para generar cambios de actitud positivos. Propuestas como las que desarrollamos ayudan a quienes participan de ellas a su transformación apropiándose de conductas más responsables frente a la contaminación y de mejores comportamientos en los espacios naturales que visitan o con los que tienen relación directa.
