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Las “OPAS gemelas” lanzadas por el Grupo Gilinski sobre los Grupos Nutresa y Sura son el hecho económico del año, pero más allá es un auténtico despertador de la Bolsa de Valores
“Gran parte del éxito puede atribuirse a la inactividad. La mayoría de los inversionistas no pueden resistirse a la tentación de comprar y vender constantemente”, una frase que se le atribuye a Warren Buffett, el oráculo de Omaha, uno de los hombres más ricos del mundo, más citados y emulados en las bolsas de valores, no solo por su audacia en los negocios, sino por su vida simple y reflexiva. De él, también se dice que plantea en las salas de juntas de sus compañías: “El precio es lo que paga. El valor es lo que recibes”. Un par de apuntes de cajón que pueden ajustarse a lo que está pasando en la Bolsa de Valores de Colombia, luego de las audaces ofertas públicas de adquisición, OPA, hechas por el Grupo Gilinski sobre los grupos Nutresa y Sura y que tienen en vilo a las altas gerencias del Grupo Empresarial Antioqueño y dubitativos a los inversionistas minoritarios sobre vender sus acciones o esperar más tiempo para reclamar dividendos.
Hasta ahora, lo único cierto es que la noticia despertó a una Bolsa de Valores dormida en donde nada pasaba, no se movían sus índices y era noticia porque las empresas se deslistaban. La euforia de las últimas tres semanas pocas veces en la historia del mercado bursátil colombiano se había vivido y hace reflexionar sobre la necesidad de animar a que más empresas estén en bolsa, que usen el mercado secundario para financiarse y crecer y que sea el escenario para que llegue inversión extranjera que otrora no veía al país como escenario de negocios.
El jaque sobre dos de los tres grupos del GEA es solo un indicio del futuro de la economía si las empresas hacen bien la tarea, seducen accionistas y son una buena fuente de ahorro. Los papeles valores, tanto de Nutresa como de Sura, van a subir en las próximas jornadas por causa de las OPA (como siempre ocurre en estos casos) a la espera de que el mercado les recompense a los minoritarios años de espera de buenos dividendos. Lo que está sucediendo es un inusual golpe de mesa al mercado financiero y corporativo, pero no debería sorprender a nadie ni generar animadversiones, son ofertas de compradores, propuestas que están en terreno de los tenedores de las acciones que decidirán si venden o esperan a mejores precios en el futuro. Nada volverá a ser lo mismo para las empresas comprometidas en la oferta, no solo si se venden, sino porque les obliga a mirar nuevos horizontes y a interpretar y leer los nuevos tiempos que soplan sobre los negocios. Peter Drucker, otro gurú del empresarismo, planeta en sus textos que “la planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes”.
Son operaciones de mercado y lo que antes sonaba a jugadas maestras de protección de mercados, ahora son auténticas habitaciones de pánico. Parafraseando a Keynes, “los mercados pueden mantener su irracionalidad más tiempo del que tú puedes mantener tu solvencia”, justo en un momento de regreso a la normalidad en donde la pandemia cambió muchas cosas, eliminó fronteras físicas y políticas haciendo que los capitales fluyan por los países y busquen grupos empresariales encadenados, bien manejados y con prometedora expansión regional. No es fácil, ni simple vaticinar lo que va a pasar con esas valiosas empresas el otro año (seguro seguirán igual de fuertes), lo único, es que atraviesan una auténtica época de cambio.
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