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EDITORIAL

Un comercio sin camino al sur del país

martes, 17 de enero de 2023

El primer trimestre será perdido para los exportadores terrestres que comercializan sus productos y servicios en Ecuador, una nueva demostración del atraso de las vías

Editorial

El país político se acostumbró a echarle la culpa de todos sus males a la naturaleza sin hacer una autocrítica de las razones por las que la economía está sumida en la baja competitividad. Por fortuna la catástrofe vial en el municipio de Rosas, en Cauca, no se llevó vidas humanas, pero sí condenó a miles de pobladores de la zona a vivir en medio de la pobreza, mínimo hasta bien entrado el próximo abril, cuando haya humo blanco sobre la realidad de la carretera Panamericana que atraviesa de sur a norte el territorio.

Colombia y Ecuador comparten dos puertos fronterizos, uno en el puente de Rumichaca en Nariño y otro en San Miguel, en Putumayo; los dos lugares han tenido un auge comercial durante la última década aupado por la dolarización ecuatoriana y la indiscutible influencia de la economía sumergida del narcotráfico sobre el Pacífico de los dos países. Pero más allá de la “judicialización” de la situación económica, hay una realidad formal que ha crecido de manera exponencial. Si se suma el aporte al PIB de Valle, Cauca y Nariño al consolidado nacional, el aporte del suroccidente colombiano puede ser de 12%, solo superado por Bogotá y Antioquia.

Son economías complementarias basadas en la producción agroindustrial, manufacturas, industria y más recientemente en el comercio y los servicios de salud. Claramente, la capital económica, comercial y financiera de esa región es Cali, en donde se concentran los principales polígonos industriales, financieros y educativos, también varias zonas francas, y desde donde se exporta a diferentes países, entre ellos Ecuador, que es el segundo socio comercial de las empresas afincadas en la zona, solo superado por Estados Unidos, con quien hay un tratado de libre comercio y se cuenta con una relación directa desde hace décadas por Buenaventura, que es el primer puerto importador del país y el segundo en exportaciones, no en vano por allí entra y sale 45% del comercio exterior colombiano.

Solo Valle, sin contar con empresas caucanas y nariñenses, le vende a Ecuador más de US$500 millones anuales en artículos que viajan por tierra; cosas que tienen que ver con salud, comestibles, autopartes, medicamentos y manufacturas, todo un portafolio exportador que no tiene que ver con lo tradicional, petróleo, café y oro, sino con uno ampliado de bienes y servicios con mayor diversificación.

Y la carretera Panamericana es la arteria de ese comercio, que ahora se ve traumatizado por una avalancha y por la incertidumbre que el restablecimiento de la vía puede durar más de 90 días, traumatizando toda la dinámica que había venido en alza. Conectar el suroccidente del país con la frontera sur de Ecuador y con el centro de Colombia debe ser un imperativo para este Gobierno Nacional; mucho se ha avanzado en dobles calzadas y con el Túnel de la Línea, pero el país sigue en deuda con la infraestructura competitiva y con el llamado comercio multimodal. Los ministros de Transporte y de Comercio, bien deberían recorrer en carro desde Rumichaca hasta Bogotá o Barranquilla, para que puedan experimentar y evaluar de primera mano el estado de la infraestructura y aterricen sus políticas públicas. Falta mucho que hacer, buscar alternativas viales y concientizarse de que el comercio que cambia la balanza y la dependencia del país es aquel que no depende del petróleo y el suroccidente es un ejemplo de ello.

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