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Lo que vende Colombia a EE.UU.
Más allá de la mirada política, el grave diferendo entre los gobiernos de Estados Unidos y Colombia es la validez del TLC que ha beneficiado a los consumidores de ambas partes
Los exportadores colombianos atraviesan el peor momento de la historia reciente por el limbo en que ha entrado el tratado de libre comercio firmado entre Colombia y Estados Unidos en noviembre de 2006 y entrado en vigencia en 2012. Solo han pasado 13 años y la tirantez actual entre los presidentes de los dos países parece llevar al traste una iniciativa que ha beneficiado a productores y consumidores de las dos naciones.
Las cifras hablan por sí solas, de allí a que los empresarios afectados enciendan las alarmas por el desenlace que puedan tener las amenazas que el gobierno estadounidense ha hecho de castigar a la economía colombiana con nuevos aranceles y la eliminación de ayudas a la seguridad nacional; una situación generada por la ideologización del mandatario colombiano en todo lo que tiene que ver con su homólogo de Estados Unidos, no solo lo ha enfrentado por sus decisiones arancelarias, migratorias, proyecto de paz en Medio Oriente y por el cerco a Venezuela para atacar de frente el narcotráfico.
Si bien el Presidente colombiano siempre ha estado en la otra orilla de Estados Unidos, ha usado su actual posición para actuar en consecuencia olvidando que no se trata de él y sus intereses ideológicos, sino del país que representa. El Gobierno Nacional ha olvidado que el TLC entre Colombia y Estados Unidos ha tenido efectos concretos, desde 2012 el número de subpartidas arancelarias exportadas hacia Estados Unidos ha aumentado 40% y el número de empresas exportadoras colombianas superan las 600.
Los tostadores de café en Estados Unidos compran más de la tercera parte de la cosecha del grano nacional y pagan cada año una cifra de US$9.000 millones, al tiempo que los refinadores de petróleo hacen lo propio por valor de US$4.000 millones, cifras muy difíciles de remplazar y que hablan de Estados Unidos como el mayor socio comercial de Colombia con más de US$14.000 millones. El otro frente importante es que las remesas de colombianos -que este año serán más de US$13.000 millones- la mayoría viene de Estados Unidos.
Lo anterior sugiere que, si la tensión se mantiene en lo que le resta a este Gobierno Nacional, las consecuencias para la economía colombiana serán enormes, sin contar con otros efectos colaterales como es la inversión extranjera directa, la negociación de los títulos soberanos, la deuda externa y la caída del turismo. Estados Unidos debe entender que un castigo a la ideologización sin sentido que ha desarrollado el presidente Petro, en todas sus actuaciones internas y externas, solo revitalizará la posición en Colombia de sus electores de cara a las elecciones y que afectará a los consumidores y empresarios nacionales.
El actual mandatario -huésped de la Casa de Nariño- es solo eso, un jefe de gobierno transitorio al que le quedan nueve u ocho meses en el poder, tiempo que está usando para victimizarse y escudar su baja gestión, y a los comentadores políticos y económicos, recordarles que es literalmente un líder antifrágil, acudiendo a la definición de Taleb sobre esos fenómenos sociales que crecen cuando se atacan y que han encontrado en esa “antifragilidad” un poder político difícil de contrarrestar si es atacado por sus graves deficiencias. Nuevamente, la estabilidad de la relación política y comercial con Estados Unidos está en los gremios que deben ser unos amigables componedores entre los gobiernos, no unos bomberos pirómanos en una situación caótica.
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