Tener petróleo no es ser petrolero

Si contáramos la historia de Colombia a través de sus vocaciones productivas -o al menos las que trazaban sus gobernantes de turno- encontramos que en 50 años hemos creído ser cafeteros, petroleros y hasta mineros, para encontrarnos en la encrucijada de no saber cuál es nuestro verdadero norte. Enfatizamos diariamente en poco más de cinco indicadores fundamentales para saber cómo le va a los negocios: la tasa de cambio del dólar, el precio de la libra de café, el costo de un barril de petróleo y otros datos secundarios como el kilo de azúcar, la onza de oro y la tonelada de carbón. El análisis económico colombiano casi siempre versa sobre los mismos indicadores de comercio que se alternan con los macroeconómicos. Pero es el dato del precio del petróleo el que se ha hecho fundamental desde que creímos que Colombia era un país petrolero sin entender que no es lo mismo tener petróleo que ser petrolero. Suena a un juego de palabras, pero es la realidad del modelo económico que nos lleva a entender el colapso de Venezuela.

Mañana se realizará la esperada reunión anual de medio año de la Organización de Países Productores de Petróleo, Opep, en la que el cartel más grande precios tratará de llevar el costo del barril de crudo a mejores precios; para tal efecto se sentarán a acordar niveles de producción. El solo anuncio de la reunión hizo que el precio del barril de Brent y WTI subiera por encima de los US$50, una de las cifras techo que mantiene a los productores tranquilos en términos de ingresos presupuestales. Casi siempre cuando sube el petróleo baja el dólar y viceversa, por lo tanto en las últimas jornadas está subiendo el commodity y está bajando la moneda estadounidense en casi todos los mercados emergentes que han visto cómo esta incertidumbre de precios revalúa sus economía. Es clave que entendamos el papel que juega el sector minero energético en el estado de la economía colombiana, pues una buena parte de las exportaciones siguen estando asociadas al petróleo y el carbón.

 En el primer trimestre de este año, las exportaciones de petróleo, productos derivados y conexos fueron de US$2.949 millones. En el mismo periodo del año pasado, solo se alcanzaron US$2.016 millones. Y durante todo 2016, las exportaciones de esos productos fueron de US$14.120 millones. El año inmediatamente anterior llegaron a US$10.092 millones, una de las cifras más bajas. Además, según el Plan Estratégico de Ecopetrol a 2020, se están haciendo cuentas con un barril de US$50. Así las cosas, entender qué pasa en la reunión de la Opep y la estrategia lanzada por Trump para neutralizar una eventual alza, nos obliga a tener un Plan B dibujado en términos que no es lo mismo tener petróleo que ser petrolero.

Con un escenario de un barril a US$50, el Plan 2020 de Ecopetrol prevé inversiones de US$13.000 millones. Si el barril se situara en promedio en US$70, las inversiones serían de US$17.000 millones, toda una bomba de oxígeno que animará las exportaciones y la industria y sin duda reactivará un sector neurálgico, dado que cerca de 90% de estas inversiones se dirigirán a exploración y producción.

El recorte de la Opep pactado en enero está en 1,8 millones de barriles diarios, la reunión de mañana quiere extender entre seis y nueve meses más esta decisión para que países como Colombia tengan mayores ingresos, pero el gran problema está en que no podemos seguir dependiendo de esa materia prima y de los vaivenes políticos del mundo.