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Más de 1.500 empresarios se preparan para su encuentro anual durante la asamblea de la Andi, esta vez por webinar y en medio de la peor crisis económica de la historia reciente
El próximo 11 de septiembre la Asociación Nacional de Empresarios, Andi, cumplirá 76 años de funcionamiento como el gremio económico más importante del país y por primera vez desde 1944 realizará su congreso anual de forma virtual en medio de la peor crisis económica de la que se tenga datos. Será el epicentro de los debates coyunturales en medio de un ambiente crispado y de mucha incertidumbre; crispado por el tira y afloje desatado en Medellín por la gobernabilidad de EPM, y de gran incertidumbre porque los empresarios no sienten que exista un plan serio, estructurado y a largo plazo de rescate empresarial; pero lo que más les preocupa es la “bipolaridad tributaria” del Ministerio de Hacienda que aún no destapa sus cartas sobre la mesa de una tercera reforma tributaria prevista para el nuevo año. Bipolaridad porque el presidente Duque ha descartado de muchas maneras y en distintos escenarios una nueva tributaria, pero el ministro Carrasquilla sigue dando muestras de ir en contravía convocando nuevas misiones de expertos nacionales e internacionales para que le aconsejen dónde poner el foco de los nuevos tributos, esta vez con especial voracidad en las exenciones de las que gozan algunos sectores económicos para ser competitivos o para seguir generando trabajo. El otro sector que está especialmente nervioso es el de las cajas de compensación, pues se sabe que el sobreviviente 4% de parafiscalidad también está en la lupa de los expertos internacionales.
Es muy fácil hablar de que las empresas deben ser competitivas en medio de la justificación de motivos del nuevo mantra de la “reinvención post-covid”, pero no se ve una decidida ayuda estatal al sector privado. Dice Bruce Mac Master, presidente de la Andi, que la competitividad reclamada por todos “tiene que ver con el tema tributario; con el tema laboral; con la facilidad para hacer negocios; con la estabilidad jurídica; con las licencias, permisos, trámites, costos de logística, costos de las transacciones; es todo un conjunto de cosas que componen la competitividad del país”. Y tiene razón porque todo está desarticulado y agrietado por la pandemia que ha llevado a la economía a arrancar de nuevo y con retos enormes como es reducir el desempleo y regresar por la senda del crecimiento.
Para Mac Master, “tenemos que inventarnos, aceptar y ojalá lograr un consenso alrededor de la idea de que Colombia requiere de un proceso de salvamento de empresas. Tenemos que salvar las empresas si se quiere parar la economía”. El Gobierno Nacional debe pasar del dicho al hecho; por ejemplo, el plan del Fondo Nacional de Garantías que tiene la promesa de garantizar cerca de $22 billones en créditos para las empresas, solamente ha atendido $5 billones; la colocación de los otros $17 billones ha sido lenta y no se entiende por qué no se acelera el proceso de recuperación y de ayuda del Ejecutivo. El Estado debe decidir abiertamente -con costo fiscal importante- apoyar a las empresas que están eventualmente en riesgo de desaparecer, de lo contrario la crisis pude llegar para quedarse por varios años, lo que sería caldo de cultivo para las ideas populistas en las elecciones. Es urgente presentar un plan de salvamento de las empresas en crisis con un compromiso de generación de empleos y que los ministros actúen como gerentes de esta necesaria reconstrucción.
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