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El debate jurídico pendiente es qué tan monopólicos son FaceBook, Amazon, Apple o Google, y qué harán las autoridades estadounidenses para controlar su poder
No es la primera vez en la historia que las autoridades jurídicas y económicas de Estados Unidos se enfrentan a una situación como la que representan sus todopoderosas compañías tecnológicas que aparentemente tienen una posición de monopolio en sus respectivos mercados: Amazon cuenta con 14% de las ventas online en todo el mundo; Google no solo representa 90% de las búsquedas por internet, sino que con Android domina el mercado celular; Facebook tiene en sus servidores los datos privados de 2.000 millones de usuarios, base de datos que engrosa cada segundo a través de empresas como Instagram y WhatsApp. Y finalmente, Apple no facilita su plataforma para que nuevos competidores como Spotify le compitan en igualdad de condiciones a Apple Music. Vale la pena resaltar que entre Facebook y Google dominan 60% de la publicidad digital en casi todas las páginas web.
Esta coyuntura con aires de monopolio tecnológico atrae a la memoria el año 1982 cuando AT&T se vio obligada a desmembrarse o subdividirse en las siete empresas de telecomunicaciones estadounidenses conocidas como las “Baby Bells”. Un episodio similar había sucedido a comienzos del siglo XX, en 1910, cuando la petrolera Standard Oil fue obligada a clonarse en una suerte de hijuelas de las que sobreviven, Exxon y Mobil. Dividir, separar o multiplicar, en lugar de sumar los grandes monopolios, es lo que dicta la cátedra histórica cuando estos se convierten, no solo en una amenaza a los mercados, sino en jugadores políticos que atentan contra las democracias. Esta parece ser la situación a la que se enfrentará el mundo en los próximos años, nuevos escenarios jurídicos y económicos que serán forzados durante las elecciones presidenciales del próximo año en Estados Unidos, cuando este asunto sea tema de debate entre el seguro repitente, Donald Trump, y quien lo rete por los lados demócratas.
El análisis actual es muy distinto al de las quejas que soportaron las petroleras de 1910 y las telefónicas de 1980, ahora lo que se pretende desinflar es el mal uso de la privacidad de los usuarios que están haciendo las multinacionales de tecnología. Los defensores de estas plantean que se está castigando la eficiencia y el éxito, virtudes corporativas que se han logrado de conocer más a los consumidores mucho más que ellos mismos. Facebook, Google o Amazon están en la capacidad de anticipar una compra de un producto o servicio mucho antes de que el mismo consumidor haya tomado la decisión de hacerlo.
Los otros frentes de críticas a estas empresas tienen que ver con el pago de impuestos que no es muy claro en los distintos países en donde venden y el impacto que tienen sus servicios en los mercados locales. Pocos ponen en duda que hasta el mismo Walmart está en aprietos ante el creciente éxito de Amazon. El impacto en todos los sectores económicos de cualquier decisión que tomen Google o de Facebook es muy alto y Colombia no es la excepción; no es sino mirar el comportamiento del deprimido mercado de publicidad en línea cuyos precios son puestos por estas empresas que no generan los mismos empleos ni pagan la misma cantidad de impuestos que sus competidores locales. Lo que suceda en EE.UU. y la Unión Europea en términos de monopolio impactará directamente en un país como el nuestro que empieza a ser importante, no solo en usuarios, sino en dinero.
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