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EDITORIAL

Por encima de todo, ojo con la revaluación

jueves, 3 de enero de 2013
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Por primera vez, en este siglo, el precio de la divisa cierra por debajo de $1.800. Merece toda la atención de las autoridades

Por primera vez, en este siglo, el precio de la divisa cierra por debajo de $1.800. Merece toda la atención de las autoridades

 
Lo acertado para muchos sería que se dedicara este primer espacio del 2013 a analizar los resultados de la economía colombiana en el año que pasó o hacer referencia al lacónico acuerdo logrado en el Congreso de Estados Unidos para evitar que cayera en el abismo fiscal, que sin duda tiene implicaciones sobre el resto del mundo. Los dos hechos merecen toda la atención por su importancia y consecuencias.
 
Sin embargo, lo ocurrido con la tasa de cambio al cierre de 2012 obliga a convertir la revaluación de la moneda local como la preocupación número uno que merece una atención superlativa de las autoridades, dada la evidencia contundente: la divisa cierra por debajo de los $1.800, lo que implica una apreciación de 9% durante solo el año pasado, que en términos absolutos representa una caída de $175. Hoy el precio del dólar está $518 por debajo del nivel de finales de 2005, lo que comprueba que la apreciación de nuestra moneda ha adquirido ya características estructurales y su tratamiento necesita un manejo en consecuencia.
 
Es evidente el daño que le ha causado la revaluación al aparato productivo nacional, como lo comprueba la evidente pérdida de competitividad de la industria manufacturera y la agricultura, cuyo valor agregado y generación de empleo nadie puede desconocer.
 
Todo indica que a corto plazo no va a cambiar la tendencia y, por el contrario, se puede agudizar pues persistirán los problemas de la economía mundial, la Reserva Federal seguirá con una política expansionista y se mantendrá el flujo de inversión extranjera hacia el petróleo y la minería. En ese panorama, el argumento de que la revaluación es consecuencia de la confianza y fortaleza de la economía  resulta simplista y poco convincente.
 
Cada vez que se agudiza la apreciación, el Banco de la República y el gobierno anuncian una mayor intervención en el mercado para presionar hacia arriba la cotización. Medida válida, pero con efecto mediático cuando el problema ha adquirido dimensiones estructurales. 
 
La apreciación de la moneda tiene sus bondades: es un mecanismo de redistribución del ingreso, facilita la política de estabilización de precios, favorece a los consumidores y es buena para la modernización del aparato productivo, pero hay que entender que ese es solo un lado de la balanza. No se puede creer que la coincidencia del tiempo del ministro Cárdenas en Hacienda, con una mayor apreciación del peso, sea producto de cierta complacencia con el asunto, incluyendo una reforma tributaria que estimula la inversión, lo que alimenta la revaluación. Cada vez que un ministro publicita los montos de inversión extranjera alimenta la apreciación del peso.
 
No es fácil tomar medidas para atajar la revaluación, pero son necesarias y urgentes, dado que en el balance neto está dejando un saldo negativo y puede ser peor este año. La disminución de la deuda pública externa y el control a la entrada de capitales dejan de ser cada día menos recomendaciones para convertirse en una realidad concreta.
 

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