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EDITORIAL

No todo se soluciona con más ministerios

sábado, 2 de septiembre de 2017

No puede haber un ministerio de turismo o uno de petróleos a pesar de que son problemas o alternativas que debe explorar la economía

Editorial

La campaña por la Presidencia de la República poco a poco empieza a coger más temperatura y las propuestas del casi medio centenar de aspirantes a suceder a Juan Manuel Santos, tiran sobre el debate público ideas aisladas, efectivistas o populistas, para mirar cuáles tienen eco y para desde allí redondear sus propuestas económicas, que dicho sea de paso, han sido bastante pobres en lo que va del camino a la Casa de Nariño.

Todo político activo y de profesión, más la inmensa mayoría de las personas que han vivido del erario público por generaciones siempre ven en el presupuesto o las arcas nacionales, regionales o locales, la alternativa más expedita para materializar sus ideas de políticas públicas; pocas veces miran las cosas desde lo privado o el exterior, para reformar o solucionar errores; de allí que el Estado tenga mal formaciones crónicas de vieja data que hacen lento, poco competitivo, a veces corrupto y en la mayoría de las ocasiones capturado por intereses politiqueros el engranaje de lo público. Se hacen propuestas para los medios de comunicación, ahora para las redes sociales, sin analizar sus palabras y mucho menos hacerle un modelo social o económico. Y lo peor, todo lo pretenden solucionar con nuevas instituciones públicas, bajo varios nombres: agencias, altas consejerías, despachos, viceministerios, superministerio o simplemente ministerios.

Ya se escuchan campanas que resuenan o advierten la llegada de un ministerio de turismo, de la mujer, de petróleos, de producción agropecuaria, del mar, del agua y hasta de la pequeña y la mediana industria; también quieren revivir algunos el de desarrollo económico, como si muchos de estos temas no fueran transversales, pero lo más incoherente es que quienes hablan de nuevos ministerios en alguna ocasión se han quejado de la burocracia y que están comprometidos con los ahorros fiscales. Está claro: nada se soluciona con más ministerios. Sólo miremos la historia reciente de los ministerios fracasados como el de Protección Social que intentó agrupar muchas cosas y que a la postre se hizo inmanejable. Lo cierto es que los viceministerios deben tener mayor protagonismo en el Ejecutivo y jugar un papel más transversal en las soluciones de los problemas. Quizá lo más disperso en el funcionamiento estatal es la temática que maneja el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo con todos sus viceministerios o el Ministerio de las Tecnologías, Mintic, que hasta tiene funciones de vigilancia a los servicios de envío de dinero, es decir, le pisa funciones a la misma Superintendencia Financiera. Son varios los ministerios que necesitan una urgente cirugía, no para clonar burocracia y sacarle “hijuelas”, sino para volverse más competitivos. Ojalá los aspirantes a ser presidentes y los mismos congresistas que deben hacer campaña por sus curules, tengan muy claro que el Estado debe hacerse más eficiente, más pequeño, con mayores controles y eliminar tanta burocracia que se lleva una buena tajada de los impuestos. Por ejemplo estas perlas: ¿es necesario que algunos ministerios tenga oficina de protocolo? ¿Por qué los funcionarios no legalizan viáticos o gastos de representación? ¿Por qué los funcionarios de segundo nivel tienen chofer? ¿Por qué hay nóminas paralelas? ¿Quién ronda los presupuestos administrativos? ¿Quién monitorea las inversiones menores en compras o servicios publicitarios? Son muchas las preguntas sobre los manejos presupuestales de los ministerios que no tienen dolientes.

Todo esto va al oído de las personas que quieren ser presidentes de la república, para que sus propuestas sobre nuevas estructuras del Estado pasen primero por un análisis profundo de políticas públicas.

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