No más interinos en la Fiscalía y la Contraloría

En muy pocos días la Fiscalía se sumará a la interinidad que experimenta desde hace meses la Contraloría, con responsabilidad de tal desgreño, de un par de instituciones bien distintas. Al Contralor lo elige el Congreso de la República, mientras que al Fiscal lo selecciona la Corte Suprema de Justicia a partir de una terna que elabora el Presidente.

Todo un juego de roles digno de un episodio de Game of Thrones. Dicta la norma que “la elección del Contralor se efectuará durante el primer mes de sesiones de Congreso de una terna integrada por candidatos presentados así: uno por la Corte Constitucional, otro por la Corte Suprema de Justicia y el restante por el Consejo de Estado (...) En virtud de lo establecido en los artículos 267 y 126 de la Constitución Política la elección del Contralor General de la República se hará por el Congreso en pleno, por mayoría absoluta”.

En lo que tiene que ver con el Fiscal, es elegido por una de las altas cortes con base en unos candidatos del Gobierno Nacional de turno. Allí ya se marca la diferencia de una suerte de fallos constitucionales que van a evidenciarse en las próximas semanas: un Fiscal del bolsillo del Presidente y un Contralor de la entraña burocrática del Congreso.

El problema ahora es que un país que reclama más justicia, mayor persecución al delito y lucha frontal contra la corrupción estatal, quedará varado en medio de la manipulación de los políticos, unos cercanos al Gobierno de turno y otros en la oposición huérfanos de poder. Es completamente inadmisible que magistrados y congresistas mantengan en el limbo al país por la falta de celeridad para surtir estos dos cargos trascendentales para la lucha contra los grupos delincuenciales y la corrupción campeante con los recursos públicos.

Un país con el Fiscal y el Contralor interinos es un país capturado por los corruptos; aquí se aplica el dicho popular que mientras el gato duerme los ratones hacen fiesta, pues es increíble -y de espaldas al país- que mientras para la gente los mayores problemas sean la inseguridad y la corrupción, para los decisores políticos no haya afán en elegir personas idóneas.

No se puede admitir que no haya aún un contralor probo que vele por el buen uso de los recursos públicos en este momento de tanta mediocridad al ejecutar las obras; mucho menos que en medio de tal bonanza de delincuentes que someten poblaciones enteras no se apresuren a nombrar a la cabeza de la Fiscalía General de la Nación. ¿Quiénes ganan en este monumental descuido deliberado? Los delincuentes y los corruptos amigos de apropiarse del erario.

No es un juego político ni de izquierdas o derechas, se trata de nombrar a personas idóneas que velen por los intereses de todos y del bien común. Si las interinidades se mantienen por largos meses, se pone al descubierto que alguien se está beneficiando de tal situación. No tener fiscales ni contralores en propiedad es ser cómplices de los delincuentes que deben ser perseguidos y controlados por este par de importantes instituciones.

Claro que hay beneficiados de que ni el Congreso actúe, ni la Corte haga su papel con eficacia; son los mismos que tienen al país sumido en la desesperanza y el pesimismo. Con seguridad, acciones manipuladoras como la que estamos experimentando al no elegir, es lo que mantiene esas instituciones como las más desgastadas ante la opinión pública.