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EDITORIAL

No jugar más con las cesantías

jueves, 23 de abril de 2015
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La idea de usar las cesantías para financiar estudios no es buena y atenta contra el bienestar en tiempo cesante

Las cesantías, ese ahorro obligatorio que deben hacer los trabajadores colombianos formales, se está convirtiendo en un árbol de Navidad al que le cuelgan de todo y poco a poco se desvirtúa su verdadero objetivo: tener unos recursos disponibles cuando el trabajador se encuentre en un periodo de pérdida de trabajo o de cambio de labores, es decir, para cuando esté cesante. Es una suerte de subsidio al desempleo privado, pero aportado por la misma persona.

Proponer que el dinero ahorrado en cesantías se puedan utilizar para prepagar la educación de los hijos, no es otra cosa que matar la naturaleza de ese fondo, pues ya se usa para la compra y mejoramiento de vivienda. Las cesantías que las empresas consignan a sus empleados formalizados representa un salario mensual, pero cada vez más se ve que ese ahorro no dura nada en la cuenta al ser usado para muchas cosas, menos para su idea inicial. Las cifras hablan por sí solas: más de 20% de los pagos en cesantías se van a compra de casa y 26% para mejoramiento, dos caminos abiertos por las leyes para que el trabajador se gaste esos ahorros.

Colombia es un país con un muy bajo nivel de ahorro, no solo porque culturalmente no se ha cultivado este ejercicio, sino porque siempre habrá congresistas que salen con estas ideas cortoplacistas y hasta populistas que en nada benefician a la gente en el largo plazo. Ahora no se trata de decir que estamos en contra de que los colombianos se eduquen o que inviertan en la educación; todo lo contrario, lo primordial es el bienestar a largo plazo del trabajador. El asunto de la educación y sus costos debe ser manejado por otro lado, no por las cesantías. Este simple ‘articulito’: “un trabajador afiliado a un fondo de cesantías también podrá retirar las sumas abonadas por concepto de cesantías para destinarlas al pago de educación superior de sus hijos o dependientes, a través de las figuras de ahorro programado o seguro educativo, según su preferencia y capacidad”, tiene un daño colateral en las personas que trabajan para el bienestar a largo plazo, no para las necesidades inmediatas.

Colombia es un país que se envejece y en donde los trabajos formales son escasos, pues 53% de la población aún es informal. Si el Congreso de la República no legisla en función del bienestar a largo plazo terminaremos dañando lo poco que se ha construido de Estado de bienestar, y las cesantías no pueden verse como un dinero innecesario que no se sabe qué hacer con él. Se trata de un ahorro anual que le permitirá a los trabajadores tener un salario, más sus rentabilidades, cuando esté cesante. Suele suceder que cuando un trabajador pierde el empleo se encuentra con que no tiene con qué vivir, pues ya ha dispuesto de las cesantías.

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