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EDITORIAL

No ir al Mundial como teoría de consumo

martes, 10 de octubre de 2017

Sólo hay que comparar un mundial con Colombia a otro sin su presencia, el golpe al estado de ánimo es casi irreparable, empresarios, los más perjudicados

Editorial

La historia económica de Colombia, desde el siglo XX hasta las casi dos décadas que van del XXI, pueden contarse en dos grandes periodos que al final se mezclan: el primero tiene que ver con el papel del café como eje central de las decisiones gubernamentales y epicentro de las finanzas públicas. Y el otro más reciente se refiere al boom petrolero desde los años de Cusiana y Cupiagua, a finales de los noventa, que bien duró hasta que los precios del crudo en los mercados internacionales se convirtieron en debacle y golpearon las arcas nacionales y de paso las cuentas alegres que se habían hecho con la redistribución de las regalías; eso sucedió a finales de 2014, una situación de la cual no nos hemos repuesto.

Se plantea que el país cafetero y el petrolero se mezclan con sus herencias buenas y malas para construir el país del futuro porque son dos situaciones no excluyentes y que de alguna manera siguen funcionando en ciertas regiones. El cultivo el café es el motor económico de departamentos como Huila, Cauca, el Eje Cafetero y una buena parte de Antioquia, mientras que el petróleo es ese mal “muy necesario” del cual dependemos vía Ecopetrol; además de la importante economía de servicios que ha florecido en torno a la extracción de crudo. El café representa cerca de 0,6% del PIB y el crudo, 3,8%.

Ya tocando las puertas de los años veinte de este siglo, el consumo en las grandes ciudades que concentran más de 50% del PIB, se ha erigido como ese otro café, ese otro petróleo que le aporta al PIB 65%, y que está íntimamente ligado al estado de ánimo de las personas, al grado de incertidumbre y a la felicidad de los consumidores. Y hay dinamizadores irremplazables de ese estado de ánimo colectivo como son los triunfos deportivos que congregan a todos los colombianos; espíritu de alegría colectiva que se siente cuando hay triunfos o actuaciones destacables en Tour de Francia, Giro de Italia y Vuelta a España. Igualmente en cada uno de los juegos olímpicos cuando participan deportistas colombianos con posibilidades de medalla. Alguna vez sucedió en el boxeo y hasta en la Fórmula Uno. Sobre el papel económico de la Selección Colombia de Fútbol en los bares, restaurantes, hoteles, medios de comunicación y estado de ánimo en general hay ensayos académicos muy tímidos, pero es una realidad que necesita de poca exposición de motivos para comprobar su existencia. Lo mismo ocurre en las economías regionales cuando sus equipos disputan una final o acceden a una copa de clubes internacional, como Copa Suramericana, Libertadores, etc.

Si Colombia no va al Mundial que se realizará el próximo año en Rusia, esos mismos sectores que hoy ganan cada que juega la Selección, dejarán de percibir un dinero ya presupuestado; no se abrirán oportunidades de empleo en el sector hostelero durante el mes que dura el espectáculo deportivo más importante del mundo, y lo peor de todo, el país entrará en una etapa de trauma deportivo, pues el último Mundial de Brasil en 2014 nos dejó el goleador del certamen y el paso histórico a cuartos de final. El consumo que se ha convertido en un dinamizar de la economía y una realidad para mover todos los sectores puede verse golpeado si la Selección no va al Mundial y si a eso se le suma la incertidumbre política y los nuevos hechos de violencia, el estado de ánimo de final de año, en medio de una economía golpeada no será el mejor.

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