No hay que perder el ánimo ni la confianza

Es un momento triste para Colombia por las valiosas vidas de los jóvenes cegadas por la irracionalidad de la violencia generada por la guerrilla del ELN. No hay muchas palabras que sirvan de sinónimo para rechazar o condenar tan demencial acto, que debe llevar a todos los colombianos a estar unidos en torno a las instituciones para que el país no vuelva jamás por la senda de la muerte y la desolación. Lo que sí se debe reforzar es el ánimo país y la confianza del inversionista y los consumidores. La economía cerró hace menos de un mes, un 2018 con indicadores mejores de los esperados por la banca multilateral y con la confianza de que se arrancaría un 2019 con mayores expectativas de recuperación en todos los indicadores fundamentales. Los números dicen que el crecimiento de este año rondará 3,5%; la inflación estará en el rango meta del Banco de la República de entre 2% y 4%; las tasas de interés al sistema financiero no se moverán más allá de 4,5%; el desempleo seguirá en una interesante caída y arrastrará la informalidad en porcentajes respectivos de 9% y 48%; la tasa de devaluación dejará la volatilidad de los últimos meses y le brindará tranquilidad a los exportadores en unos $3.100 en promedio; al mismo tiempo la tendencia de la disminución de pobreza, la desigualdad según el Gini, y casi todos los indicadores del subdesarrollo mantendrán su tendencia de mejora; pero para afianzar esta coyuntura optimista, el sector privado (verdadero motor de la economía) no puede perder la confianza ni dejarse doblegar por la incertidumbre que plantean hechos ya aislados como son los atentados magnicidas que tiñeron de sangre la Colombia de 80 y 90.

La Colombia social y económica ya tiene una tendencia de mejora que no puede parar en este momento, no solo lo muestran las cifras por sí solas, sino todos los análisis del sistema financiero, las calificadoras de riesgo, los centros de investigación económica, las universidades y toda la banca multilateral. En este momento, solo miraremos el mapa mensual que presenta Fedesarrollo en el que muestra que en diciembre se recuperó 11,3 puntos porcentuales el Índice de Confianza del Consumidor respecto al mes anterior y quedó en -8,3%; claramente una franca recuperación que debe pasar en dos meses al terreno positivo, pero para eso no se puede perder el ánimo ni la confianza de todos en cada rincón del país. La Encuesta de Opinión del Consumidor es un buen termómetro económico que debe mostrar cómo el país empezará a torcer las tendencias negativas que crecen con el pesimismo y le hace perder fuerza a todos los sectores. En los indicadores por nivel socioeconómico, el último informe de Fedesarrollo nos muestra que quienes se muestran menos optimistas son las personas de ingresos medios, cuyo índice de confianza fue de -10,6%. A pesar de ser un resultado negativo, las personas con los más bajos ingresos reflejan un panorama menos negativo, tras registrar un balance en el indicador de -7,8%. Por otro lado, los estratos altos tienen un balance de 3,1%.

La dinámica del consumo del país no solo mejora con buenas cifras fundamentales, sino con un aire de optimismo creciente en donde estén sembradas las condiciones de mejoramiento general, como es la seguridad y el respaldo a las instituciones. De nada vale cabalgar en lo económico, pero vivir en “modo desconfianza” con los gobernantes.