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EDITORIAL

No hay que gobernar para las encuestas

miércoles, 4 de julio de 2012
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Santos prometió reparar la crisis por la que atraviesa, pero debe enfocarse en una buena gestión, no en las encuestas

Al Presidente de la República se le abona su capacidad de reacción frente a la profunda crisis de opinión pública por la que atraviesa, pero está mal que solo se `pellizque` cuando ve que las encuestas no le favorecen y que no es tan popular como hace dos años cuando ganó las elecciones en medio de una alta dosis de optimismo; pero el peor problema es la falta de gestión de sus ministros, quienes insisten en que a la administración Santos le aqueja un problema de percepción y no de realidad.

Es un hecho elocuente que de los ministros encargados originalmente para liderar las `locomotoras para la prosperidad` se han quemado tres de cinco y que varios de sus subalternos de segunda línea hayan tenido que salir de sus oficinas por la puerta trasera. Vivienda, Minas, Infraestructura, han tenido que cambiar de maquinistas sin resultados contundentes, eso sí con muchos anuncios y pocos resultados. Para la locomotora de Innovación nunca existió un responsable y esas políticas se diluyen entre muchos funcionarios, no hay dolientes directos en este frente gubernamental, y quien era el responsable -el director del Colciencias- salió recientemente con más pena que gloria. Queda la locomotora de Agricultura que no arranca, pero su encargado insiste en que sí.

Los críticos del esquema de las `locomotoras para la prosperidad` plantearon en su momento que era un error no tener a la educación como una de las herramientas para tirar del progreso del país. Cuando el Gobierno Nacional aceptó el tema salió afanosamente a decir que la educación trascendía de una simple locomotora y que sería los rieles por donde  la vivienda, la infraestructura, las minas, la agricultura y la innovación, marcharían a buen ritmo. Al final no sucedió eso, y lo más importante que ha hecho hasta el momento la cartera de la educación fue impulsar la reforma a la Ley 30, que fracasó estrepitosamente.

A pesar de que Santos nombró hace dos años un gabinete de lujo con ministros que incluso repiten hasta una y dos veces en carteras, su desempeño ha sido muy regular y el país está pidiendo cambios estructurales en el manejo, no solo del país económico, sino de la seguridad que se ha deteriorado irremediablemente. Que al Presidente le vaya bien es lo mejor que le puede pasar a Colombia, pero para que le vaya bien y que la mayoría de los colombianos aprueben su gestión es producto de una buena labor en la dimensión económica, en materia de seguridad y de asuntos tan deplorables como la infraestructura. Ha llegado la hora de nombrar ministros con menos cartel y ojalá con más ganas de hacer las cosas bien por le futuro del país. Santos debe hacer los cambios antes de que sea muy tarde.

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