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EDITORIAL

Muchos lugares comunes y pocas ideas

lunes, 19 de mayo de 2014
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Todos los candidatos tienen experiencia en economía, pero en sus propuestas hay mucho retrovisor y nada innovador.

Arranca la última semana de la campaña electoral que pasará a la historia como una de más enrarecidas, oscuras e inciertas, que bien habla de lo que hoy es Colombia, un país lleno de venganzas y mezquindades dominado por una clase política en deuda con sus electores, mientras los hombres de negocios (empresarios, banqueros, industriales, agro industriales, microempresarios, ganaderos y agricultores) deben quedarse callados a la espera que el pueblo elija a un Presidente de la República que permanezca en la Casa de Nariño hasta 2018, sin que puedan verdaderamente opinar ni mostrar sus inclinaciones políticas por el miedo de quedarse en la mitad de la nada.

Llama la atención que a la luz de las encuestas publicadas, que a los colombianos no les motive de primera mano un proceso de negociación eficaz con las guerrillas ni los muevan los buenos resultados de la economía en términos macro, y que en cambio se preocupen por otras necesidades básicas como son los empleos bien remunerados y formales, la salud y la pobreza. Los técnicos en opinión pública y los comentadores de la economía colombiana explican esta realidad planteando que es normal que las personas siempre estén insatisfechas y que cuando se supera una necesidad, como puede ser el control eficiente de los precios o la percepción de más empleo, los intereses se desplacen hacia nuevas expectativas crecientes. Y los políticos deben interpretar ese mapa vital del nuevo colombiano para hacer sus propuestas electoreras.

Pero nada de eso ha sucedido. Al escuchar a los candidatos todos coinciden en las mismas cosas y caen en lugares comunes: vender otro tramo de Ecopetrol, reindustrializar, reforma tributaria estructural, eliminar algunas exenciones, analizar el impuesto a los dividendos, más casas gratis, revisar tratados de libre comercio, incentivar el sector agrario, mejorar la educación, etc. etc. Eso sí, nunca dicen cómo lo van a hacer ni de dónde van a sacar el dinero y se difuminan en otros temas o se van por las ramas. Así las cosas, en una campaña presidencial donde abundan los lugares comunes y las nuevas ideas brillan por su ausencia, las encuestas muestran no solo que no hay nada definido, sino que el país quiere un cambio en el modelo económico que trabaje más por el pleno empleo, mayor equidad, acceso a la educación, mejor infraestructura, y por supuesto más seguridad.

Para avanzar en esas metas es necesario que haya un pacto entre los dos candidatos que lleguen a la segunda vuelta presidencial, en el que se comprometan con los diálogos de paz para que cortemos de tajo el chivo expiatorio de las guerrillas como responsable de nuestro atraso social y subdesarrollo. 

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