Más allá del reto económico de Javier Milei

Argentina fue una gran potencia mundial entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, no solo su PIB era uno de los más grandes del mundo, sino que el ingreso per cápita de los argentinos superaba al de países del primer mundo de hoy. Pero una seguidilla de golpes de Estado militares, más dos o tres administraciones puramente populistas, han convertido a ese gran y rico país en un fracaso económico.

Argentina no solo es un país de esquina donde se encuentran dos océanos, su territorio fértil alberga las más grandes plantaciones de cereales, al tiempo que sus llanuras son el sustento de una ganadería muy competitiva a nivel global; es rico en petróleo, gas, poliminerales y cuenta con un buen nivel en su educación, pero el resto es un desastre: es un país altamente subsidiado, de los pocos en el mundo en donde la pobreza aumenta en lugar de ceder, es un disparador de migrantes a Estados Unidos y Europa y una economía asistencialista que no logra generar milagros empresariales; solo brillan en la región Globant o Mercado Libre, multilatinas que han tenido que avanzar hacia el norte para poder crecer de manera orgánica.

La Argentina que recibe el nuevo presidente Javier Milei es un verdadero caos que está obligada a demostrar que en lo económico aún no es un Estado fallido; para lo cual el peculiar nuevo presidente deberá eliminar varios ministerios, privatizar empresas públicas, recortar el gasto hasta alcanzar el déficit cero el año próximo, estabilizar el peso o lanzarse a la dolarización plena como Ecuador y Venezuela, pero ante todo, Milei debe generar confianza y convencer a los argentinos que el camino al desarrollo, o mejor, al regreso a un país del primer mundo y salir de una economía de frontera, tiene que ver con hacer dolorosas reformas económicas que generarán multitudinarias protestas contra las políticas de estabilización que bajen una inflación de 140%, flagelo que pone a Argentina en el listado de los peores países en términos de costos de vida de toda la historia.

Será difícil controlar una variación de precios tan alta sin profundizar la creciente pobreza que cobija 40% de una población de 50 millones de habitantes en donde 9,3% está en la indigencia. Argentina también es un ejemplo para no seguir en términos de endeudamiento.

En 2018, el Fondo Monetario Internacional, FMI, le otorgó un préstamo de US$44.000 millones, como rescate económico, que evitó la cesación de pagos, no obstante, Argentina no cumplió con los plazos en tiempo y forma, y a Milei le corresponderá renegociarlos para no seguir asfixiando la economía. Los dos verdaderos problemas que enfrenta el nuevo presidente son: la oposición oscura y populista experta en el manejo del discurso de los peronistas, que siempre han derrotado a sus opositores en el mediano plazo y el peculiar mandato de Milei que tiene poderosos rasgos de populismo.

De momento, los mercados han visto con buenos ojos el cambio de administración, todo dependerá de las privatizaciones y los recortes para salir de la crisis; la reactivación económica prometida para “entre 18 y 24 meses”, es poco viable en un país con tantos problemas de competitividad, productividad y de destrucción de valor nacional. Ojalá, y es un deseo real, que Milei logre avanzar y hacer cosas reales en una economía que no está muy lejos de la colombiana.