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La inflación es un fantasma que revive al mismo ritmo que la reactivación económica y es imperativo que el Banco de la República haga algo, pero lo último era subir las tasas
El viejo cuento de que los precios en Colombia suben por ascensor mientras que los salarios van por las escaleras asustó a los miembros de la Junta Directiva del Banco de la República quienes corrieron a subir las tasas de interés hasta 2%, una medida que no se tomaba hace varios años y que le puso fin al tiempo más largo de tasas bajas y de estabilidad monetaria que ha experimentado la economía local desde hace tres o cuatro décadas.
La razón del Emisor para subir las tasas no es otra que el rebrote inflacionario, el alto costo de la vida que se ha experimentado en los últimos meses y que los homólogos en la región han empezado a hacer lo mismo.
El costo de los alimentos, del transporte, de los combustibles, la tasa de cambio de pesos por dólares y la disparada de las materias primas han llevado a que la variación de precios esté fuera del rango del Banco, en 4%, y que las posibilidades de bajar hasta 2%, sean más que imposibles en medio del aroma de reactivación y de normalidad.
La equivocación que cometen las autoridades monetarias es que en su afán de controlar el rebrote inflacionario -que es de pura oferta y tasa de cambio- están condenando la economía a altas tasas de interés, golpeando de paso al consumo.
Las ventas de carros y de casas estaban registrando buenos porcentajes y actuaban como indicadores del momento económico que auguraba crecimientos del PIB por encima de 7,5%, tal como lo vaticinan los expertos, pero con este anticipado movimiento en el costo del dinero, antes de comenzar el último trimestre del año, quizá la reactivación plena tenga que esperar más tiempo y se condene a la economía a esos crecimientos en negro, pero que no generan los empleos necesarios para dar estabilidad, desinflar la bomba social y enviar un mensaje de tranquilidad económica a las firmas calificadoras y la banca multilateral.
No es para nada un buen momento para subir las tasas de interés y menos aún interrumpir el buen momento que iba experimentando las ventas de vivienda y el Índice de Comportamiento del Consumidor. El sistema financiero colombiano no es muy dado a trasladar las tasas bajas a los cuetahabientes, el dinero barato del banco central se va a inversiones en deuda pública, pero no se derrama en forma de créditos baratos, leasing, hipotecas, rotatorios y de consumo.
Es de esperar que los bancos corran a subir las tasas de sus colocaciones y darle estabilidad a sus utilidades golpeadas por la pandemia; incluso la certificación de la tasa de usura ya no bajará más allá de 25,5% y seguramente empezará a ajustarse al alza, de lejos una mala noticia.
El punto crítico es por qué la Junta del Banco Central hace eso cuando todos los jugadores de la economía estaban esperando que la reactivación cuajara y que el consumo despejara.
Es una Junta puesta por el Gobierno Nacional, presidida por el Ministro de Hacienda, que debió esperar hasta el final del año, incluso el primer trimestre, para subir las tasas de interés; ciertamente, el rebrote inflacionario es un motivo elocuente para actuar, pero tenía mayor peso dejar que la economía cogiera velocidad de crucero para hacer lo mismo que han hecho otros países.
Mala decisión, por ahora hay que esperar inflación alta, por encima de 4%, tasas altas 2% y una economía aún a la espera que el consumo vuelva a ser el pilar del crecimiento de fin de año.
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