Los primeros 90 días del “petronomics”

Un dato curioso es que al anterior Gobierno Nacional le tocó salir de toda su cúpula económica, Ministro de Hacienda y sus dos viceministros, luego de haber presentado una reforma tributaria de poco más de $12 billones para cuadrar la caja desajustada a causa de las demandas económicas de la pandemia; fueron los empresarios quienes le lanzaron el salvavidas y a través de los gremios acordaron asumir los impuestos que en una anterior tributaria les habían reducido. Lo curioso del asunto es que poco más de un año después de ese hecho, la nueva administración presenta otra reforma tributaria, más ambiciosa, y no solo la saca adelante, sino que su autor, el ministro de Hacienda actual, José Antonio Ocampo, prácticamente sale en hombros del Congreso y declarado el mejor ministro por los empresarios y casi a ruego generalizado para que la Universidad de Columbia le alargue la licencia para que no abandone el barco de “petronomics”.

Ocampo siempre ha tenido su foco en la economía para el desarrollo, no en vano fue secretario de la Cepal por varios años, y aunque en la campaña presidencial estaba con Sergio Fajardo, no dudó ni un segundo en aceptar la convocatoria del presidente, Gustavo Petro, para ser el líder de sus ideas económicas que no han cedido ni un solo milímetro en estos primeros 90 días de gobierno que comenzó diciendo: “hay cambios que son un salto al vacío, pero nosotros queremos hacer un cambio hacia adelante, hacia una era de más bienestar para la sociedad (...) Creo que debemos avanzar y le digo al empresariado temeroso, con el cual dialogué, que mi propuesta busca estabilidad económica y justicia social. Si lo logramos, las empresas serán más grandes y tendrán mayores utilidades”.

Ya lograron algo enorme y es contar dinero para no ser inferiores a sus promesas de campaña; tiene los $20 billones de la tributaria recién aprobada, los buenos dividendos que le trasladará Ecopetrol, una empresa de $93 billones de ingresos anuales y dividendos al Estado de entre $20 y $30 billones; a los que se puede sumar el buen ritmo de recaudación que este año que batirá el récord de unos $200 billones. Lo que no es distinto a decir que plata hay para ejecutar y hacer andar los pilares del “petronomics”.

Ha hablado de la necesidad de reindustrializar al país, dar un salto en una agricultura que le permita sustituir los dólares que generan las exportaciones de materias primas, más de 40% del total de las ventas al exterior, con producciones local, para lo cual desarrollará el capitalismo agrario con una reforma y el cobro de tributos a quienes no exploten la tierra. Todas, ideas sobre el papel y en medio de acalorados discursos que poco a poco se empiezan a desgastar, pues las mayorías en el Congreso se irán dispersando cuando las elecciones locales y regionales se aproximen.

Entre tanto, pasada la tributaria, concentrarán sus acciones en decretar un salario mínimo que bordee $1,5 millones, incluido el subsidio de conectividad, para que sus electores vean otro golpe de mesa que alargue la luna de miel hasta bien entrado el primer trimestre, cuando la terrible devaluación del peso (23% en lo corrido de 2022) haga estragos, mantenga la inflación galopante (12%) y presione la recesión que mostrará sus primeras huellas pasadas las fiestas de fin de año y puente de reyes. Lo preocupante es que se encadenen grandes reformas estructurales que consoliden el “petronomics” en medio de una coyuntura muy crítica para la economía.