Los exministros y el debate económico

Desde la entrada en vigencia de la Constitución de 1991, han pasado por la cartera de Hacienda, 11 ministros (ninguna mujer) quienes más o menos han realizado el mismo rally profesional: investigador de Fedesarrollo, profesor universitario, algún cargo breve en el BID, escritor de un libro de columnas de opiniones, miembro de misiones económicas coyunturales, codirector del Emisor, para casi terminar como directivo gremial o columnista de periódicos, por lo general haciendo oposición al gobierno de turno o diciendo cómo se deben hacer las cosas para mejorar la economía, cosa que ellos no hicieron en su momento. Casi todos los jefes de esa cartera han seguido juiciosamente el mismo camino, pero son muy pocos -salvo tres o cuatro casos- quienes son reconocidos como economistas puros y duros en la academia y con resultados concretos en el paso por el Ejecutivo. Se entiende por “académicos” que hayan alcanzado un doctorado o PhD y sean citados en papers académicos de investigaciones doctorales en el ámbito universitario nacional e internacional; que hayan hecho alguna contribución científica o se distingan por producir ensayos en revistas indexadas o reconocidas por los economistas formados o en camino de serlo.

Casi todos los exministros de Hacienda hoy son columnistas de periódicos y portales en donde expresan más opiniones políticas que análisis documentados sobre alguna situación de la economía y mantienen alguna conexión esporádica con la universidad, en donde chocan sus tesis con una nueva generación de economistas que brillan justamente en los campos en donde los ministros fallaron, como la formulación de problemas y sus consecuentes propuestas de solución. Solo es mirar las recomendaciones que hace la Ocde para el ingreso definitivo de Colombia al club de las buenas prácticas, para preguntarse por qué los ministros de Hacienda colombianos no han llevado el modelo económico a otra etapa de desarrollo. Hay demasiadas reformas económicas estructurales en temas de impuestos, pensiones, regalías, etc, que siempre han quedado cojas o sin hacerse. El mayor error es que cada 22 meses se presenta una reforma tributaria que procura equilibrar los ingresos y los gastos del Gobierno. Cuando comparamos el manejo económico del país con el de los países de la Alianza del Pacífico, vemos que en Chile y ahora en el Perú de Pedro Pablo Kuczynski, hay unos pactos tácitos o firmados por el desarrollo económico, independientemente del gobierno que esté en el poder, de tal manera que siempre están enfocados en construir bienestar, disminuir la pobreza, generar equidad y redistribuir bien los impuestos, como metas de la economía.

Solo Anif, y en ocasiones Fedesarrollo, están contribuyendo al verdadero debate económico independiente con sus investigaciones permanentes que aportan ideas y que reseñamos en la prensa permanentemente. Casi todos los exministros de Hacienda se han quedado en una suerte de club de colaboradores concentrados en el “sube y baja” de la economía, reaccionado siempre a por qué bajó o subió la inflación, el PIB, el dólar, las exportaciones o el déficit fiscal, pero casi siempre con el hilo conductor o con el aroma en sus escritos o sus palabras, de que ellos lo habrían hecho mejor. El manejo de la economía colombiana espera un cambio en el timonel que rompa con la tradición, que se ajuste a las necesidades de la Colombia en el futuro. Si miramos cuáles son los problemas que más le preocupan ahora a los colombianos todos son económicos.