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EDITORIAL LR

Lo que retratan los números de la opinión pública

jueves, 4 de marzo de 2021

No se puede hablar de normalidad, pero las cosas van avanzando y los gobernantes deben empezar a trabajar temas distintos a la pandemia que borró todo durante un año

Editorial

Entre los marzos de 2020 y 2021 no se habló de un tema distinto que del covid-19, coronavirus, la pandemia o simplemente el virus, en una suerte de discurso sociales entristecidos compuestos por trozos de incertidumbre y desolación. Un año después, la luz al final del túnel ha llegado con el avance de la vacunación y el ruego generalizado para que la los motores de la economía vuelvan a arrancar; aunque algunos líderes sociales se aferran al mantra que reza “que el caos nunca muera”; otros promulgan esperanza y cooperación como únicas herramientas fundamentales para volver a crecer y trabajar por el bienestar social como anhelo de todos. La empresa de investigaciones de mercado, Invamer, liberó la última versión de un estudio que hace desde 1998 y que le pregunta a los colombianos sobre la percepción de la situación de sus ciudades y el país en general, cuál es el problema que más los aqueja y la aprobación de personajes de la vida pública. Grosso modo las cosas no han cambiado en los últimos dos meses, pero cuando se afina la mirada, sí hay luces que pueden servir para mejorar el diagnóstico local, regional y nacional. Por ejemplo, el estado de ánimo de los colombianos tiende a mejorar, si bien el pesimismo sigue siendo mayor. La proporción de los colombianos que cree que las cosas están empeorando caen de 75 a 64 por cada cien; mientras los que sienten mejoría pasan de 14 a 24, en las dos visiones se gana o se pierden 10 puntos.

Desde 2004, Invamer pregunta cuál es el principal problema que tiene Colombia en estos momentos; la respuesta es cerrada a cinco temas: desempleo-economía, corrupción, orden público-seguridad, otros temas, y desde hace un año, el coronavirus. Es un buen termómetro que muestra que el covid-19 nunca fue lo que más les atormentó a los colombianos, ni en el peor momento de la pandemia superaba la preocupación por el desempleo, la seguridad o la corrupción; y hoy, aún sin vacunación generalizada, el covid solo le trasnocha a siete de cada 10 colombianos, pero todos los gobernantes están concentrados en esa situación olvidando de tajo que ese no es el asunto clave para las personas. Una muestra más de la desconexión entre gobernantes y gobernados, en la mayoría de los casos.

La pandemia les capturó los planes de gobierno a los alcaldes y gobernadores, mientras que al Gobierno Nacional le esfumó una buena parte de sus recursos y le obligará a ejecutar reformas fiscales inaplazables. Los mandatarios locales y regionales deben tomar nota y empezar a gobernar los tres últimos años que les quedan, tratando de interpretar que la seguridad, la economía y el bienestar en general, son los asuntos que sus gobernados esperan sean solucionados. De marzo a marzo, puede renombrarse como el año que no se estuvo en ninguna parte y que limitó la capacidad de actuación y transformación de los mandatarios, que dicho sea de paso no salen favorecidos literalmente de la encuesta ciudadana. La favorabilidad, por pequeña que sea, es la piedra angular de hacer las reformas que se necesitan para mejorar el país con todas sus regiones y ciudades.

No se puede aceptar un gobernante que atesore, ahorre o guarde popularidades si éstas no se invierten en hacer cosas muchas veces impopulares que reduzcan la precariedad de las personas.

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