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EDITORIAL

Lo que dijo la comisión de expertos

viernes, 9 de noviembre de 2018

Hace solo tres años se organizó una comisión de expertos tributarios para que pintaran una hoja de ruta, pero fue archivada, sus consejos funcionan

Editorial

Cuando los colombianos se encuentran en una encrucijada económica, por lo general convocan una comisión o misión de expertos para que aclaren el panorama y pinten un camino para avanzar. Así ha pasado con la Misión Cafetera, la Misión Rural y muy recientemente con la Comisión de Expertos para la Equidad y la Competitividad Tributaria, que entregó un diagnóstico y recomendaciones para modernizar el estatuto tributario de Colombia. Pero como todo, el valioso documento reposa en algún anaquel del Ministerio de Hacienda y en los discos duros de la Dian.

Sus recomendaciones vienen como anillo al dedo en este momento, justo cuando el país económico se encuentra en una encrucijada ante los discordantes puntos de vista sobre la universalización del IVA, los altos incrementos en la renta de los asalariados, pero también con la necesaria reducción de impuestos para las empresas. Por el frenesí del debate tributario y por el calor que están tomando los debates, que aún no llegan a las comisiones económicas del Congreso, es preciso enfatizar que el país económico necesita con urgencia una reforma tributaria estructural que adelgace el Estatuto Tributario, genere mayor equidad y borre de una vez por todas los privilegios contributivos que son intocables y pasan de agache.
Atravesamos un buen momento del debate tributario para rescatar algunas de las recomendaciones de la Comisión de Expertos para la Equidad y la Competitividad Tributaria. Los nueve expertos de la misión hicieron análisis comparado de la tributación de empresas y personas, impuestos indirectos y territoriales durante 11 meses de 2015; asumieron la labor de hacer recomendaciones tributarias; obviamente, que nadie les hizo caso y mucho menos sus consejos fueron puestos en práctica. Quizá lo más importante de su tarea fue abordar el caso de las entidades sin ánimo de lucro que siempre logran pasar los debates tributarios en silencio. En uno de sus apartes -que hoy se hace más actual-propusieron reducir la tasa efectiva de tributación de las empresas, aumentar la de las personas, eliminar varios tributos, ampliar las bases en renta e incrementar las tarifas del IVA. Casi todos sus consejos eran de carácter estructural, tales como sustituir el impuesto de renta por un impuesto sobre las utilidades empresariales o la permanencia del gravamen a los movimientos financieros.

Ahora, el problema que se le viene al Gobierno Nacional es que si no hace la reforma tributaria, no solo carecerá de aproximadamente US$5.000 millones que necesita, sino que el grado de inversión quedará en veremos para 2019. Por todo esto es imperativo que el debate en el Congreso no se limite al IVA a la canasta familiar, sino que considere la estabilidad del estatuto tributario que a la poste es el que facilita las decisiones de inversión de las empresas y genera tranquilidad a mercados internacionales y a las calificadoras.
Contrario a lo que muchos opinan, de esta colcha de retazos puede salir una buena ley que haga de Colombia un país con una tasa efectiva de tributación empresarial competitiva. Queda la tarea siempre presente de combatir la evasión porque el IVA que se generalice -por poco que sea- puede terminar en inflación y en manos de los informales. Podemos ser más optimistas y que salga de este inminente naufragio un buen salvavidas que funcione en el largo plazo.

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