La usura no puede ser árbitro económico

La tasa de usura, hasta hace unas cuatro semanas, era una de esas cosas de las cuales se sabía que existía, pero sobre la cual poco se sabía cómo funcionaba y, menos aún, el gran impacto que tenía en la iniciativa del consumidor colombiano. Incluso es una de esas situaciones que actúa como fantasma financiero en el que se esconde el fenómeno del gota a gota, una tasa de interés informal que asciende hasta 7% diario, desangrando a los actores de la economía informal, quienes tienen que vivir financiados por esos especuladores y usureros bajo el silencio casi cómplice del sistema financiero formal.

El Banco de la República ha bajado permanentemente las tasa de interés obedeciendo a una política monetaria de expansión, pero esas tasas más baratas, que hoy están en 5,50% no las siente el consumidor, los intereses siguen siendo muy altos porque hay un claro rezago en la transferencia que se debe hacer a la economía. Esta situación ha hecho sonar las alarmas de las autoridades económicas, generando una bola de nieve difícil de parar y que ocasionará una segura revisión de cómo se calcula la polémica tasa de usura.

La propuesta del ministro Mauricio Cárdenas es que se revise la metodología para que la tasa de usura se certifique cada mes o cada dos meses, en vez de hacerlo trimestralmente como hoy en día. La idea es acelerar la transmisión de las decisiones de política monetaria a los créditos que pagan los hogares, entendiendo que este tope máximo a los intereses no es otra cosa que 1,5 veces el interés bancario corriente, que a su vez es un promedio de las tasas que cobraron los establecimientos de crédito por los préstamos otorgados en los tres meses previos a la certificación. Lo que quiere el Ministro es que si las tasas de interés de los créditos de libre inversión, por ejemplo, bajan hoy, esa reducción se sienta casi inmediatamente en el cálculo de la tasa de usura y obligue a bajar los tipos de las tarjetas de crédito.

Esa intención del Ministro suena bastante y favorable de cara a los consumidores financieros, pero implica un problema para los banqueros, ya que dicen que la tasa de usura es un límite para la inclusión financiera. El argumento que exponen es que la tasa de interés de un crédito debe reflejar el riesgo del deudor, y en ese sentido, poner un techo a los intereses que pueden cobrar hace que sea prácticamente imposible prestarles a los clientes más riesgosos. En ese sentido, la propuesta de más de un banquero, ya que la tasa de usura está de moda, no es ni siquiera cambiar el tiempo de certificación, porque dicen que certificarla mensualmente traería aún más restricciones al crédito que ofrecen, sino eliminarla, y que la competencia entre los agentes del mercado sea la que regule finalmente el precio del dinero. De la mano con eso, otro argumento que esgrimen los banqueros es que los intereses en los créditos de consumo no han bajado al mismo ritmo que en otros préstamos por cuenta de la mora, que crece a ritmos de 33,9% real anual.

Aunque es cierto el crecimiento de la cartera vencida, la cartera sigue tenido indicadores saludables, por lo que es necesario que las tasas de interés de consumo caigan para reactivar el consumo y la economía. No es fácil la tarea que tiene la Superfinanciera, pero debe revisar la fórmula de la tasa de usura.