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EDITORIAL

La tasa sí importa, pero la estabilidad más

viernes, 22 de marzo de 2019

La Junta del Banco de la República se apresta a revisar los tipos de interés que están en 4,25%, tasa que puede ser la más duradera para la economía, lo que genera una gran estabilidad

Editorial

Hace un par de días la Reserva Federal de Estados Unidos anunció que mantendrá las tasas de interés sin cambios para lo que resta del año, como consecuencia del estancamiento del crecimiento y la ausencia de una fuerte inflación. En pocas palabras, las tasas de interés se mantendrán entre 2,25% y 2,50%, decisión que envía un mensaje de precaución a los mercados sobre lo que pueda pasar a corto plazo con la dinámica del motor económico mundial y sus repercusiones en los mercados emergentes, mucho más en los satélites regionales de Estados Unidos como son los latinoamericanos.

La Fed y la administración Trump coincidían en la posibilidad de subir dos veces las tasas de interés en un cuarto de punto porcentual (0,25%) durante este 2019, lo que ha forzado escenarios de subida de tipos en el resto de países, planes anticipados de dinero costoso que deben revisarse a la baja. La inflación prevista en Estados Unidos es solo de 1,8%, un dato muy distinto al 2% que se había anunciado en diciembre. En términos de crecimiento, se vaticina que rondará 2,1%; los tres indicadores: tasas, inflación y crecimiento del mayor socio comercial de Colombia afectarán los análisis que los codirectores del Banco de la República realicen para decidir si modifican los tipos de intervención estables desde hace casi un año y que le han dado tranquilidad al costo del dinero.

La tasa del Emisor que más ha durado en el tiempo fue la de 12% entre finales de 1999 y comienzos de 2001. Fueron 15 meses de estabilidad, pero en tasas muy altas en una época convulsionada y de inflaciones bastante elevadas. La segunda tasa que más ha durado es durante 13 meses y se sostuvo entre marzo de 2013 y abril de 2014; en ese momento estaba fijada en 3,25%, una de las más bajas de la historia reciente y que permitió un importante crecimiento económico para el momento. Entre enero de 2014 y septiembre de 2015 se mantuvo durante 12 meses la tasa de 4,50%; y ahora, entre abril de 2018 y la fecha está estable en 4,25%, ajustando 11 meses de relativa tranquilidad, pues todo estaba pendiente de la Fed y el comportamiento de la inflación.

Está claro que el monto de la tasa sí importa y es determinante para mirar el verdadero costo del dinero frente a la inflación, pero también es muy necesario que no se presenten fluctuaciones mientras que el Índice de Precios al Consumidor se encuentre controlado, tal como sucede en este momento cuando está en un bajo 3,18%, dentro de la franja que estima el Banco. Sería una gran noticia que los codirectores no le envíen un mal mensaje ni a los bancos ni a los consumidores aumentando la tasa de interés, incluso sería mucho mejor que la rebajaran en un cuarto de punto para presionar un repunte del Índice de Confianza del Consumidor que sigue en terreno negativo desde hace varios meses, como consecuencia de la Ley de Financiamiento.

No existen motivos para pensar que la inflación repuntará en este segundo trimestre del año, el anunciado fenómeno de El Niño solo generó especulación en el precio de los alimentos en diciembre y enero; está demostrado que el periodo de lluvias ha entrado en su ciclo regular y que la oferta de alimentos será adecuada con la demanda. Y si a eso se le suma el buen panorama del petróleo, no hay razones de peso para subir las tasas. Ojalá sí, bajarlas.

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