La “receta Ocde” es adecuada pero con prudencia

Hay un rasgo determinantes en los casi 500 días de la administración de Iván Duque y es la prudencia. Así arrancó el empalme entre Mauricio Cárdenas, ex ministro de Hacienda de Santos y Alberto Carrasquilla, el espíritu económico de este Gobierno. Algunos críticos dicen que no hubo un buen corte de cuentas y que ese desbalance y absoluta confidencialidad lo ha tenido que asumir el Presidente en las dimensiones políticas y de popularidad. Al punto que la actual cartera económica tuvo que salir a armar contrarreloj una reforma tributaria a las pocas semanas de haberse instalado y que rotuló Ley de Financiamiento, recientemente declarada inexequible por la Corte Constitucional y que ahora ha sido renombrada como Ley de Promoción para el Crecimiento, nombres que no son otra cosa que simples reformas tributarias. La prudencia brilla en decidir que, ni el año pasado ni este que pronto terminará, se radiquen en el Congreso iniciativas que traten de reformar las pensiones ni el régimen laboral, porque el “palo no está para hacer cucharas”. Por ahora, el Ejecutivo debe concentrarse en el manejo político de la Ley de Financiamiento 2.0 para que esta iniciativa sea aprobada tal como la presentó por segunda vez Carrasquilla y se evite que los congresistas conviertan una iniciativa de 110 artículos en un robusto documento de unos 300 artículos como siempre sucede con estos proyectos de ley que modernizan los impuestos. Todo el sector privado y los centros de investigación le han recomendado al Congreso no frenar la economía dilatando esta “segunda tributaria” porque el país económico entraría en una situación caótica que sería castigada por las firmas calificadoras de riesgo con la revisión del grado de inversión, pero lo que es peor el dinero necesario para la inversión social escasearía por uno o dos años.

En medio de este crítico panorama político, Colombia ha recibido por primera vez el estudio comparativo de la Organización para el Desarrollo Económico, Ocde. Cabe recordar que el país ya hace parte de este selecto grupo conocido como el club de las buenas prácticas y que hace algunas recomendaciones valiosas para mejorar el diseño y la aplicación de políticas públicas. En términos generales, la Ocde es generosa con la marcha económica del país y destaca su buen crecimiento económico, su manejo fiscal y la disciplina en la adopción de reformas, pero también tiene un recetario que hay que tomarlo con cautela, pues la protesta social recorre el vecindario y la prudencia debe aflorar como la mejor consejera.

Tiene razón la Ocde al recomendar que -por ejemplo- “se amplíe la base impuesto de renta a la personas reduciendo el umbral de ingresos con base al cual los contribuyentes empiezan a tributar y eliminar las exenciones; o que se sustituyan las tasas reducidas de IVA por transferencias monetarias a familias de bajos recursos”, pero tocar cualquier tema impositivo y de subsidios en este momento sería abrir un filón de justificaciones para instalar las protestas por mucho tiempo, tal cual está sucediendo en el vecindario. Son urgentes las reformas que necesita el país como igualar la edad de jubilación por encima de 60 años o quitar una cantidad de subsidios, pero sería imprudente arrancar con reformas estructurales con bajo crecimiento y un desempleo creciente.