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Hay un teorema en sociología que dicta: “si los individuos definen situaciones como reales, se hacen realidad en sus consecuencias”, algo parecido está pasando con el dólar a $5.000
Desde hace una semana no se habla de otra cosa que no sea del dólar a $5.000, desde que estaba a $3.900 antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el pasado 19 de junio. Una situación que se ajusta a la teoría de Robert Merton que reza: “si los individuos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias”. La tesis central es de Merton, el sociólogo, padre de Robert C. Merton, quien fue Nobel de Economía en 1997.
Claridad que no es secundaria en el análisis, pues tiene más visos de sociología que de economía que es en lo que se debe centrar el asunto de la devaluación del peso colombiano desde que se eligió a Gustavo Petro como presidente de Colombia. El 19 de junio fue domingo, el lunes 20 festivo y el corte arranca el 21 para determinar cómo ha sido la pérdida de valor del peso frente al dólar y si esta tiene origen en el cambio de políticas. La moneda colombiana se ha devaluado desde la fecha 23,53% hasta ayer 21 de octubre. Cifra que es comparable en el mismo lapso con la situación del peso chileno, que ha perdido 22,97%, el argentino 37,98%, la libra esterlina 19,10%, el euro 17,39%, el won surcoreano 21,22% o la lira turca 52,82%.
Solo una pequeña canasta de monedas altamente transables que reflejan el asedio al que están sometidas luego de la escalada alcista de tasas de interés por parte de la Reserva Federal que desde la misma fecha ha subido sus tipos hasta 3,25% y se espera que llegue a 4,25% al terminar el año. Es cierto que países del entorno como Perú y Brasil están pasando desapercibidos en la temporada devaluativa, muy a pesar de sus crisis políticas, aunque cada una de las situaciones tiene una explicación particular que no viene al caso de la discusión en Colombia, sobre el peso real de las posiciones del nuevo gobierno de izquierda en la devaluación; que lo tiene efectivamente, pero puede ser sobrevalorado por los comentadores, analistas e investigadores económicos, quienes se esfuerzan más que en demostrar su propia profecía autocumplida, pero terminan cayendo en el Efecto Pigmaleón, que es acomodar todas las circunstancias para explicar un pronóstico inicial.
El presidente Petro sí es responsable de comentarios inoportunos que generan incertidumbre económica, como decir que no habrá nuevas exploraciones ni explotaciones minero energéticas y al mismo tiempo centra el grueso del recaudo en empresas de este sector. Casi la mitad de la reforma tributaria la va a poner Ecopetrol y un puñado de petroleras y mineras que siguen invirtiendo en Colombia; realidad que no se compadece con su postura de persecución contra las mismas actividades extractivas que cargan con el bulto de impuestos. Y si el ejercicio de devaluación se hace en lo corrido del año, el peso se ha devaluado en el mismo promedio que los países de la Ocde (llámese euro), los de la Alianza del Pacífico y algunas otras monedas transables en todas las bolsas de valores. El peso solo se protege si la inversión extranjera aumenta en el país, los empresarios colombianos tienen condiciones de seguridad jurídica y tributaria para seguir generando empleos y nuevos negocios, y el Estado objetivo no perseguidor ayuda con políticas públicas de desarrollo a que la economía sea más competitiva, que mantenga el crecimiento del PIB de ahora.
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