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Ranking infraestructura países Aden 2025
Colombia siempre ha estado a la penúltima moda en materia de infraestructura, uno por desidia gubernamental, pero más por corrupción y grandes retos en la ingeniería
Colombia es un país premiado por grandes valles, montañas, ríos, cordilleras, climas y selvas, lugar en donde prosperan la fauna y la flora, riquezas que en la mayoría de las ocasiones se transforman en serias amenazas y grandes obstáculos para alcanzar una infraestructura mucho más competitiva para hacer crecer la economía y alcanzar nuevas fases del desarrollo.
Hacer un puerto, un puente, una doble calzada o un simple túnel, siempre es un desafío en términos de ingeniería y un millonario costo en materia financiera. Es difícil y costoso emprender cualquier proyecto de transformación vial que conecte centros de producción del interior con puertos y aeropuertos; asimetrías que se acompasan con un océano de tramitología, obsoletas burocracias y una irresoluta corrupción creada por grupos del sector privado y funcionarios capturados por intereses particulares.
Son el papel y en presentaciones de Power Point todo parece fluir y funciona a la perfección, pero cuando los proyectos se encuentran con la realidad burocrática pierden el fuelle y el dinero desemboca en cuentas en paraísos fiscales y las obras nunca se hacen o se terminan con enormes sobrecostos. Mucha de esa realidad es la que explica por qué Colombia sigue siendo el reino de las precariedades, entendidas como infraestructuras insuficientes, mediocres, mal hechas, elefantes blancos, en condiciones lamentables, que no cubren las necesidades básicas, con fallas de seguridad y una ausencia general de bienestar para las personas.
Son calles llenas de huecos, autopistas sin berma, peajes solo en efectivo, alcantarillas sin tapa, aeropuertos sin baños ni salas de espera cómodas, túneles de acceso directo a los aviones, sin Wifi, entre otras muchas deficiencias que solo se observan satisfechas en países que sí son competitivos en infraestructuras. La competitividad-país está determinada por la calidad de su infraestructura enfocada en favorecer actividades económicas internas, atraer inversiones extranjeras y exportaciones a mercados mejor remunerados. El sector de la gran infraestructura colombiana debe enfrentar obstáculos de corte político, legal, ambiental, seguridad, financiamiento, comunidades, y muchos frentes que lo hacen medianamente competitivo.
Hay enormes oportunidades para hacer grandes obras de infraestructura que conecten la producción del país con mercados internacionales, pero más allá de eso que disminuyan las precariedades, mengüen la pobreza y mejore la calidad de vida de las personas. Una buena vía, el mejoramiento de un carreteable, un mejor acueducto, colegio u hospital, es tan útil para una persona de bajos recursos como para una de altos; es falso cuando se plantea que los puertos, aeropuertos, autopistas, túneles y puentes solo benefician al país productivo, craso error de resentimiento y manipulación, pues está demostrado en todos los países que han pasado del campo emergente al desarrollado, que son las infraestructuras las que hacen dar el brinco.
Ojalá, ahora que los presidenciables entran en la recta final de los últimos seis meses de campaña, que muestren ideas disruptivas de cómo hacer que la infraestructura sea el epicentro del desarrollo para las próximas generaciones. Una meta puede ser, hacer saltar la competitividad en materia de vías, de una modesta media tabla, a un grado más alto en términos de Ocde.
Al menos, al final de este año, el ritmo con que camina en los mercados la inteligencia artificial es lento lo que genera muchas expectativas frente al impacto en la economía global
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico mejoró sus perspectivas para algunas de las principales economías e incluyó a Colombia en el listado
En julio del próximo año la jornada laboral semanal en Colombia será de 42 horas, en consonancia a la tendencia global, especialmente en los países de la Ocde