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EDITORIAL

La peligrosa subida de tono a los bancos

miércoles, 22 de abril de 2020

No puede pasar desapercibida la peligrosa -pero necesaria- subida de tono al sistema financiero en general, que no solo debe ser más audaz, sino atender el reto de recuperar la economía

Editorial

Una de las razones de que el presidente de la República, Iván Duque, crezca en las encuestas de favorabilidad a su gestión es que hoy más que nunca está conectado con las necesidades de las personas y de las empresas que soportan con auténtico estoicismo una cuarentena impuesta para evitar que el mal mayor de una ola de muerte arrase con miles de vidas en Colombia. No solo descartó de tajo una eventual nueva reforma tributaria aireada por los tecnócratas de siempre, sino que ha tomado el toro por los cuernos y se está enfrentando al sistema financiero para que sea más audaz en soluciones benéficas para sus cuentahabientes que atraviesan una mala hora.

El Presidente ha subido su tono con duros calificativos para referirse a los corruptos como “ratas de alcantarilla” y señalar a esos funcionarios y contratistas del Estado que van sin escrúpulos por el dinero público a través de oscuras licitaciones, sobreprecios y toda una serie de artimañas para nuevamente quedarse con el dinero escaso, tal como sucedió con los recursos de la paz y el llamado posconflicto, que simplemente desapareció. En una segunda intervención, el Presidente utilizó el calificativo de “vampiros” para darle contexto al papel de los bancos en la crisis: “le he pedido a la Superintendencia Financiera que tenga el ojo abierto y que cuando vea actitudes de algunos que quieran ser vampiros, es decir tratar de sacarle provecho a la crisis, aplique todas las medidas regulatorias posibles”. Una crudeza discursiva muy efectiva en estos momentos que personas naturales y jurídicas están acudiendo en masa a refinanciar sus deudas, a obtener recursos baratos del sistema financiero y a mirar cómo pueden pagar la nómina de abril y mayo para no tener que despedir a más personas. Más aún cuando el mismo Ejecutivo todos los días se sienta al frente de las pantallas para socializar las medidas que se vienen adoptando.

No hay duda de que el país camina por un desfiladero que lo pondrá en cifras negativas al final del año y que cualquier movimiento en falso lo puede botar por un precipicio de donde salir va a ser muy difícil. Es imperativo que los bancos compitan más entre ellos; que sensibilicen mejor sus servicios; que transfieran las tasas bajas del dinero que les presta el Banco de la República; que expliquen de una vez por todas que el cuatro por mil no es de ellos; que el dinero barato al que acceden no lo lleven a inversiones, sino que termine en los cuentahabientes; que sepan llegarle al país y explicar que un sistema financiero fuerte es la columna vertebral de la economía; y especialmente que están del lado de los clientes, no de sus sonoros crecimientos en otros mercados. Las utilidades del sistema financiero en promedio han sido de unos $10 billones en los últimos años, que representan casi 1,2% de un PIB de $912 billones (US$225.000 millones), dinero suficiente para soportar un año regular, malo o muy malo como será 2020 y tal vez 2021. La tasa de intermediación es muy alta (7,5%), pues en otros países similares de la región promedia 3,5%.

Hay margen de ayudar a levantar la economía, pero siendo fuertes. No podemos, tampoco, asistir a una quema mediática de un sistema sólido, pues sería una brutalidad del tamaño de una catedral debilitar al fuerte para alimentar al débil, o quizá, conectar dos crisis para hundir al país por dos décadas: pasar del Covid-19 a una crisis financiera como puede suceder si no hay acciones de parte y parte.

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