La opacidad de las buenas cifras de la economía

La metáfora del vaso medio lleno o medio vacío es lo que más se aplica a la economía colombiana ahora que se enruta en pleno al último trimestre del año, tiempo para pensar el inminente 2026, finalizar presupuestos, pero sobre todo proyectar un año definitivo para la recuperación económica de cara a 2030, mayores inversiones públicas y privadas, la apertura de mercados externos y sacar a más colombianos de las precariedades sociales.

Aparentemente, la cifra del desempleo es la más baja de un agosto en décadas con 8,6%, unos 2,24 millones de colombianos sin trabajo; lo que no dice el Dane, ni se enfoca en la cifra del verdadero problema es que la informalidad inunda la economía, esas personas que simplemente se ocupan, se ganan la vida sin pagos a la seguridad social que les garanticen pensiones al futuro, sin aportar a la salud pública, ni cubrir el seguro que los cubre de accidentes laborales, mucho menos la parafiscalidad, educación o vacaciones que desarrollan las cajas de compensación.

Y el problema del desempleo comienza cuando el Dane les pregunta a sus encuestados: “¿Está usted buscando trabajo?” ¡Claro que no! El colombiano por naturaleza es sobreviviente laboral, es un rebuscador nato que no va a dejar pasar necesidades a sus familiares y siempre dirá que está trabajando... ocupado; lo que nunca confiesa es la calidad del trabajo que desempeña, sus ingresos diarios o el pago a la seguridad social.

En agosto pasado la desocupación cayó 1,1 puntos porcentuales si se compara con agosto de 2024 cuando estaba en 9,7%, sin dar mayores explicaciones ni respuesta a las preguntas si es por la oferta de empleo público, los contratos temporales o por demanda de contratistas de cara a las próximas elecciones a Congreso y presidenciales.

En agosto se contabilizaron 23,8 millones de personas ocupadas, lo que se traduce en 58,4% del país; de ellas, 14,03 millones son hombres ocupados, mientras que en las mujeres el dato se situó en 9,7 millones. Los hombres ocupados crecieron 3,3% y la población de mujeres ocupadas disminuyó levemente 0,5%. Por edades, hay 16,5 millones de colombianos entre 25 y 54 años trabajando, siguen los y las de 55 años con unos 4,4 millones y cierran las personas entre 15 y 24 años con 2,8 millones.

Los sectores que más demandan trabajadores son: el comercio y la mecánica automotriz, con 16,5%; la agricultura y ganadería, con 13,2%; administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana, con 12,7%; y las manufacturas, con 10,3%, el resto de los sectores aportan algunos empleos, pero el grueso de la demanda está en el comercio, el agro y el Estado.

La gran opacidad de las cifras de la economía, además del empleo informal, se centran en la alta cifra del costo de vida de 5%, la cuarta más grande de la región, solo superada por Venezuela, Argentina y Haití, lo que conlleva a justificar un costo del dinero más caro con una tasa de 9,25%.

Aunque los verdaderos nubarrones son los que vienen del campo del déficit fiscal que alcanzará para el nuevo año cifras similares a las del tiempo de la pandemia, pues al Gobierno Nacional le dio por trabajar sin regla fiscal que le impedía endeudarse más de lo que le permiten las normas; en el Presupuesto de 2026 se estiman casi $120 billones en servicio a la deuda externa que alcanzará 58% o 60% del PIB.

Pero el mayor problema es que los precandidatos a la Presidencia no están hablando del estado de la economía que ineludiblemente tendrán que reparar.