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EDITORIAL

La maldición de las vías colombianas

jueves, 9 de octubre de 2014
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La Ministra Abello y el vicepresidente, padrino de las obras, deben tomar nota histórica y no ser inferiores al reto

Los colombianos que han tenido la oportunidad de hacer un recorrido por carreteras de otros países, en particular de Estados Unidos, Italia, España, Alemania o Brasil, siempre terminan preguntándose con una dosis de nostalgia y envidia ¿por qué aquí no podemos hacer lo mismo? Las respuestas son variadas y van desde quienes creen que las dificultades de nuestra topografía son insalvables, “porque la corrupción lo ha impedido” o “porque nos falta ingeniería y tecnología”. 

No es del caso entrar aquí a explicarlo o justificarlo, pero la realidad es que el modelo, (¿será modelo?) adoptado para construir nuestra infraestructura deja mucho que desear y está plagado de problemas legales, operativos y de concepción. La realidad es que son palpables esas deficiencias.  Los datos no engañan. La doble calzada Bogotá-Girardot tardó más de siete años en entregarse, esto es, menos de 20 kilómetros por año. Finalmente fue dada al servicio hace unos meses y las condiciones de buena parte de su recorrido son lamentables por la carencia de señalización, las deficiencias en el pavimento y los derrumbes. 

Pero lo increíble acaba de ocurrir. Todo indica que el túnel de Boquerón deberá ser cerrado por más de seis meses para arreglar deficiencias y fallas que han sido detectadas, lo cual resulta inverosímil en el entendido que la obra se dio al servicio hace muy poco tiempo. La carretera Bogotá-Tunja-Sogamoso lleva doce años en construcción y la doble calzada Ibagué-Armenia, fundamental para la conexión con el occidente parece un poema a la ineficiencia, comenzando por el famoso túnel de la Línea y la parálisis virtual de tramos que conectan a Tolima con Quindío.

Tienen toda la razón los colombianos de preguntarse ¿qué nos pasa con nuestras carreteras y obras de infraestructura que se hacen tan mal y duran tanto tiempo? Sin duda los últimos gobiernos han hecho un gran esfuerzo para mejorar las condiciones de la movilización y aunque falta mucho, merece destacarse la buena voluntad. Sin embargo, hay que llamar la atención en varios aspectos, el primero de los cuales es que la construcción es un asunto que debe tener una visión de largo plazo en el entendido que el gran esfuerzo de hacer una obra debe garantizar una solución estructural, integral y suficiente. 

Un segundo tema se refiere a la creencia que la exclusividad de la solución está en el sistema de carretero, cuando el país debería estar pensando en soluciones multimodales que combinen la eficiencia operativa con el costo de los proyectos. Nunca es tarde para actuar en este frente asimilando los errores del pasado, pero se debe tener la seriedad, ética y acomodo a los requerimientos legales. Hay que hacer una gran fiesta nacional el día, remoto aún, que una obra de infraestructura se entregue a tiempo, bien hecha y sin problemas legales. ¿Será que somos capaces?

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