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EDITORIAL

La Junta viene con una nueva subida de tasas

lunes, 25 de julio de 2022

Las tasas de interés altas no generarán más carros, petróleo, granos, fertilizantes o medicamentos, por el contrario encarecen la inversión y el crecimiento de la economía

Editorial

Hace pocas semanas, Joseph Stiglitz y Dean Baker escribieron en Project Syndicate que “la inflación actual está impulsada en gran medida por las restricciones del lado de la oferta, que exigen soluciones del lado de la oferta. Tales medidas harían tanto para controlar los precios más altos como lo harían los aumentos limitados en las tasas de interés, y no se producirían a expensas de los trabajadores y de la economía en general”. Y arremeten en contra de la Reserva Federal diciendo que “las tasas de interés más altas no generarán más automóviles, más petróleo, más granos, más fertilizantes o más fórmula para bebés. Por el contrario, al encarecer la inversión, pueden incluso impedir una respuesta eficaz a los problemas de oferta”.

La cita viene como anillo al dedo, pues al final de esta, la última semana de julio, la Junta Directiva del Banco de la República, volverá a subir las tasas de interés, quizá 150 puntos como lo hizo en junio, pues poner el dinero caro es la única receta contra la variación de precios; máxime cuando las medidas del Gobierno Nacional saliente no sirvieron para nada y la inflación ya llega a los dos dígitos al séptimo mes del año cuando se mira de manera anualizada. Es irracional que el 1 de agosto del año pasado la tasa de intervención en el mercado era de 1,75% y que un año después llegue a 9% porque los precios altos así lo requieren. A lo ojos de muchos analistas y académicos, los emisores que equivocaron cuando creyeron que el fenómeno de la escalada alcista de los precios era transitorio y sacaron la vieja fórmula (según Stiglizt), de la “Gran Moderación”, mediante la cual “podían anclar las expectativas inflacionarias comprometiéndose de manera creíble a aumentar las tasas de interés cada vez que la inflación asomaba su fea cabeza, o incluso actuar de forma preventiva cuando era necesario.

La independencia significaba que los bancos centrales no tenían que preocuparse y, por lo general no lo hacían por equilibrar los costos (pérdida de producción y puestos de trabajo) frente a cualquier beneficio putativo. Los aumentos de las tasas de interés logran el resultado deseado al reducir la demanda, no “resuelven” la inflación que surge de los choques de oferta, como el fuerte aumento de los precios del petróleo (como en la década de 1970 y nuevamente en la actualidad) o los tipos de bloqueos de la cadena de suministro que se observan. durante la pandemia de coronavirus y tras la guerra de Rusia en Ucrania”.

El Emisor colombiano sigue haciendo lo mismo, por simples acciones reflejo, máxime ahora con un ciclo devaluativo del peso y nadie discute que la tasa es el principal instrumento monetario para frenar la inflación, pero solo cuando se origina en la demanda, premisa difusa pues casi 80% de la inflación (7%), en los últimos 12 meses se deriva del alto costo de alimentos, transporte y servicios. El costo de vida para las familias de menores ingresos es mucho más alto, tal como dicta el estribillo económico cuando repite que la inflación es el peor impuesto para los pobres. Subir las tasas va a estrangular el crecimiento que se venía viendo en la economía y ya las revisiones del alza del PIB para este año pueden estar en 3,5% máximo 4,5%, en un cierre de año que estará muy bueno para los precios de las exportaciones de petróleo, pero no por la dinámica de otros sectores.

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