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EDITORIAL

La inflación requiere medidas de choque serias

lunes, 14 de febrero de 2022
La República Más

El inusual rebrote inflacionario que recorre el mundo deja en claro que la pandemia tuvo las mismas consecuencias de una guerra, lo que impone medidas de choque para apaciguarla

Editorial

Bien vale la pena echar las campanas al vuelo por el dato del crecimiento del año pasado de dos dígitos y cruzar los dedos para que el 5% esperado para este sea una realidad, pero los nubarrones que se ciernen sobre la economía no son menores: el Banco de la República, en su inusual desespero, está subiendo las tasas de interés casi a la misma velocidad que sube la inflación anualizada (7%), y las tasas repuntando (4%) son una combinación suicida para una dinámica económica que necesitaba apuntalarse para poder generar más empleos formales y atender la disparada deuda externa contraída para atender la pandemia.

El Gobierno Nacional deberá manejar una inesperada escala alcista de los precios de los alimentos que están presionando la inflación y llevándola a niveles olvidados de 8%, 9%, y por qué no, de dos dígitos, si no se estructura un plan de emergencia de choque como está sucediendo en varios países. Es un hecho indebatible que el origen de la inflación tiene que ver con externalidades no transitorias y con los alimentos que experimentan una variación de precios cercana a 20%. Están bien las medidas adoptadas por las carteras de Comercio, Hacienda y Agro, tendientes a mejorar la producción e incentivar a los productores rurales, pero son acciones tardías que tuvieron que ejecutarse al final del año pasado, cuando los técnicos del Emisor debieron precisar el fenómeno con sus estudios. Es simple: un cultivo de papa, por ejemplo, tarda más de seis meses en hacerse realidad en los mercados, y el tubérculo que se consumirá el segundo semestre del año ya se sembró en condiciones de precios elevados, por los insumos afectados por la devaluación, la escasa mano de obra rural y la pérdida de interés en el negocio de muchos cultivadores como consecuencia de lo errático de los precios.

Lo mismo se puede plantear para la carne, la leche o la proteína derivada de las aves, el ciclo de la producción agropecuaria es mínimo de 90 días; en pocas palabras, los técnicos del Banco y del Gobierno debieron estar atentos al fenómeno inflacionario y aconsejarle al Ejecutivo actuar de manera más oportuna, no a última hora cuando ya la expectativa de precios altos está sembrada y no hay manera de abastecer las centrales con productos oportunos y baratos. Las consecuencias del covid-19 en las economías alrededor del mundo son similares a las ocasionadas durante las guerras: población bajo toques de queda y aislada, cadenas de suministros frenadas, fábricas en sus mínimos, aeropuertos quietos, logística bajo trauma, clínicas y hospitales sobre demandados,; el retrato de una guerra no declarada, pero atendida por las finanzas de los países como tal. Y cuando sucede una guerra, la historia lo demuestra, una vez llega la calma la inflación se dispara generando una fuerte pérdida del poder adquisitivo de las personas.

Las inflaciones de postguerra se dan por el consumo acumulado y aplazado, altas demandas de productos y servicios, obvio, especulaciones, costo de oportunidad, etc. El gráfico de The Wall Street Journal muestra qué sucede con la variación de precios al año siguiente de finalizar el conflicto, justo lo que ha sucedido con el regreso a la normalidad en varios países del mundo. La inflación de Estados Unidos está en 7,5%, en Colombia está en una cifra cercana y a Europa la recorre una inusual carestía ya olvidada por los textos académicos.

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